A las tres de la tarde, hora de Chile, de ayer 11 de abril, el Vaticano y la Conferencia Episcopal Chilena, a través de Santiago Silva y Fernando Ramos, presidente y secretario general respectivamente, dieron a conocer una carta que el papa Francisco ha remitido a los obispos chilenos una vez que ha conocido las conclusiones del informe sobre abusos del enviado Charles Scicluna.
“Pido perdón a todos aquellos a los que ofendí y espero poder hacerlo personalmente, en las próximas semanas, en las reuniones que tendré con representantes de las personas entrevistadas”, dice directamente Francisco, que ya se había expresado en términos similares durante el viaje de regreso tras su visita a Perú y Chile el pasado enero.
En su texto, pide perdón y reconoce haber cometido “graves equivocaciones de valoración” en el caso Barros. Se refiere a lo referente al obispo de Osorno, Juan Barros que supuestamente habría encubierto los abusos sexuales cometidos por el sacerdote Fernando Karadima, antiguo párroco de El Bosque, en Santiago de Chile, y suspendido del ministerio.
“En lo que me toca, reconozco y así quiero que lo transmitan fielmente, que he incurrido en graves equivocaciones de valoración y percepción de la situación, especialmente por falta de información veraz y equilibrada”, ha señalado el pontífice en la carta escrita en español.
Francisco envía a los obispos un acuse del recibo del abundante informe de más de 2.300 folios elaborado por los enviados vaticanos a Chile. A la vez que invita a que la dolorosa situación sea “una ocasión para restablecer la confianza en la Iglesia, confianza rota por nuestros errores y pecados y para sanar unas heridas que no dejan de sangrar en el conjunto de la sociedad chilena”.
En el contexto litúrgico de la Pascua y de la fiesta de la Divina Misericordia, el Papa agradece la labor de sus enviados: Charles Scicluna, arzobispo de Malta, y Jordi Bertomeu Farnós, oficial de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Ambos han recogido 64 testimonios de personalidades de la iglesia chilena y de diferentes víctimas del sacerdote de Osorno.
Ellos se han “sentido abrumados por el dolor de tantas víctimas de graves abusos de conciencia y de poder y, en particular, de los abusos sexuales cometidos por diversos consagrados de vuestro país contra menores de edad, aquellos a los que se les negó a destiempo e incluso les robaron la inocencia”, confiesa el pontífice.
Francisco se alegra del rigor seguido en este proceso, en el que se ha garantizado la confidencialidad de las víctimas frente a la tentación de hacer del tema un “circo mediático”. “Todos los testimonios recogidos en ellas hablan en modo descarnado, sin aditivos ni edulcorantes, de muchas vidas crucificadas y les confieso que ello me causa dolor y vergüenza”, señala Francisco como conclusión personal tras la lectura del informe. Por ello pide a la iglesia chilena que se ponga en “estado de oración” frente a “la tentación de la verborrea o de quedarnos en los ‘universales’”.
Además, el Papa, mediante la carta, convoca a los prelados chilenos a un encuentro en Roma para dialogar sobre las conclusiones del informe de Scicluna, tras entrevistarse con distintas partes de la Iglesia y con víctimas de Karadima. “He pensado en dicho encuentro como en un momento fraternal, sin prejuicios ni ideas preconcebidas, con el solo objetivo de hacer resplandecer la verdad en nuestras vidas”, señala a la vez que les pide una propuesta de fecha.
Tras este encuentro, Francisco asegura a los obispos que cuenta con ellos para establecer los próximos pasos para que las heridas puedan seguir cicatrizando, “con el objetivo de reparar en lo posible el escándalo y restablecer la justicia”, apunta.