El obispo de Osorno, Juan Barros, será parte de la delegación de obispos chilenos que viajará a Roma el próximo mayo para analizar el resultado del informe de Charles Scicluna, según informa 24 Horas. Recordamos que dicho informe investiga los casos de abusos sexuales en Chile y el posible encubrimiento de los mismos por parte de los obispos del país. El propio Juan Barros es uno de los principales focos de la investigación, después de las numerosas acusaciones que apuntan hacia él como encubridor de los abusos de Fernando Karadima, aunque sobre el viaje afirma que “es algo muy importante y que a todos nos motiva. El Papa siempre busca lo mejor para todos”.
Esta noticia llega después de que se haga pública una carta del papa Francisco a los obispos chilenos en la que pide perdón por haber “incurrido en graves equivocaciones de valoración y percepción de la situación, especialmente por falta de información veraz y equilibrada”. En la misma carta, les convocaba para analizar con ellos las conclusiones de la investigación llevada a cabo por Scicluna y el padre Jordi Bertomeu, que aún no se han hecho públicas.
El año pasado se retiró de la catedral de Santa María de Hobart una placa de la década de 1980 en memoria del arzobispo Guilford Young, en la que aparecía el sacerdote Philip Green, quien en 2004 confesó haber abusado sexualmente de un monaguillo, según informa el portal australiano ABC, tras reunirse ayer con otra víctima del sacerdote, el arzobispo de Hobarth, Julian Porteus, ha decidido seguir con esta retirada de símbolos. Así, ha resuelto auditar todas las instituciones católicas del Estado con el fin de encontrar posibles placas o monumentos en las que figuren referencias a abusadores para eliminarlas, si bien aseguró que “la archidiócesis no está al corriente de ninguna otra placa que haga referencias a un sacerdote abusador”.
La auditoría llevará aproximadamente dos meses, y Porteous asegura que “acabará con este problema de una vez por todas”. Sin embargo el ex sacerdote católico Julian Punch, también víctima de Green, asegura que esta medida no tiene el alcance suficiente. “La mayoría de las placas ya no están, pero nuestra petición va mucho más allá”, afirma. Y añade: “Necesitamos un programa de compensación a las víctimas en cada lugar donde se haya cometido uno de estos abusos”.
La Agencia Fides se hace eco de otro ataque a sacerdotes en la República Democrática del Congo el pasado 10 de abril, dos días después del asesinato del padre Etienne Sengiyumva en el este del país. Hacia las 8 de la tarde, un grupo de hombres armados “invadieron nuestras instalaciones. Dispararon a quemarropa con munición real. Nos golpearon y se llevaron nuestros móviles, ordenadores y un poco de dinero”, según cuenta el padre Pierre Mavinga, uno de los dos sacerdotes heridos en el ataque, quien se encuentra hospitalizado con un hombro dislocado tras sufrir un martillazo en el brazo.
Según fuentes de la agencia, la Iglesia en el Congo, amenazada tanto por grupos armados como por el propio Gobierno, “se siente intimidada y amenazada“. Más aún desde que son los obispos y sacerdotes del país quienes lideran los principales intentos de negociaciones con el fin de alcanzar la paz. El resultado del único acuerdo que existe nunca ha llegado a implementarse, lo que ha llevado a los católicos a alzar la voz contra la situación, algo que se está cobrando muchas vidas, entre ellos “arrestos arbitrarios, secuestros o asesinatos” son el destino de muchos religiosos actualmente en el país.