La red Migrantes Con Derechos, integrada por Cáritas Española, la Comisión Episcopal de Migraciones, CONFER y Justicia y Paz, ha ido un paso más allá en su defensa de los derechos de los migrantes en nuestro país. Así, con el fin de visibilizar de un modo directo la situación de estos en la Frontera Sur, ha organizado estos días la visita de una delegación compuesta por cuatro miembros de cada entidad.
Bajo el lema ‘Tendiendo Puentes’, la actividad ha tenido lugar del domingo 8 de abril al miércoles 11, visitando varios proyectos de acogida a inmigrantes y refugiados en Ceuta y Tánger. En la otra orilla, también estuvieron en Cádiz y Tarifa, donde, precisamente, en la Playa de Los Lances, celebraron una emotiva oración en recuerdo de todas las personas que han perdido la vida en el Mediterráneo.
Uno de los integrantes de la comitiva, Sergio Barciela, del equipo de Migraciones de Cáritas Española, explica a Vida Nueva que “esta es la primera vez que se organiza una jornada así desde Migrantes Con Derechos”, habiendo ya planificado una segunda jornada en Melilla y Nador (en julio), y en Rabat (en octubre).
La propuesta de que fueran cuatro personas de cada entidad partió “de la idea de aunar visiones complementarias, siendo dos de un perfil más institucional y los otros dos más técnico”. Así, además de “conocer de un modo directo esta dolorosa realidad y de poder clamar contra ella, podemos traernos la tarea de apoyar acciones concretas a impulsar allí, tanto en red como de forma institucional”.
“Como Iglesia –reivindica el representante de Cáritas– nos sentimos interpelados a insistir en la denuncia de Francisco sobre la ‘globalización de la indiferencia’, porque estamos convencidos de que ninguna gestión de las fronteras nacionales puede justificar el desprecio hacia la dignidad ni la vida de la personas. ‘Que a nadie le falte el socorro necesario’, decía el Papa ante las muertes en el Mediterráneo’. Nosotros hacemos nuestro este llamado”.
“Todos hemos regresado –confiesa Barciela– impresionados y removidos por lo que ocurre en un lugar en el que se producen terribles violaciones de los derechos humanos y cuyas víctimas son personas que lo único que tienen es el sueño de una vida mejor. Huyen de sus hogares, de sus países, porque realmente se ven obligados a ello; son expulsados, pues en su tierra no tienen futuro”. Con todo, percibe, estamos ante “auténticos héroes, gente que transmite mucha fuerza, mucho afán de superación, mucha dignidad, mucha humanidad, por lo que se me asemejan a pequeñas luces en medio de la oscuridad”.
En este sentido, “lo preocupante es la respuesta insuficiente de España en la Frontera Sur, habiendo un trato en muchos casos indigno de nuestra Administración” a muchas personas, como han podido comprobar in situ en Melilla o en Tarifa. “No queremos acostumbrarnos –lamenta– a la repetición de sucesos que nos hablan de historias de desesperación encarnadas en personas que, por falta de medios en las unidades de socorro, mueren, o una vez que llegan a las costas, muchos están hacinados en calabozos hasta su identificación. Nuestro país cuenta con la misma estructura en cotas que hace diez años, cuando el flujo migratorio ha crecido muchísimo desde entonces”.
Sin duda, a juicio de Barciela, los CIE son la imagen más “perversa” de nuestro sistema. Como han escuchado “de la mano de las organizaciones cristianas que trabajan allí”, la Iglesia “se ha manifestado públicamente en numerosas ocasiones a favor del cierre de los centros de internamiento y de la búsqueda de alternativas legales que no hagan necesaria la privación de libertad de las personas migrantes a las que se les ha incoado un expediente sancionador de expulsión por estancia irregular”. “Y eso –recalca– por no hablar de lo que ocurre con los niños, expuestos a las mafias de trata o al posible tráfico de órganos, o las mujeres, que deben dar por hecho al afrontar una migración que en el camino seguramente sufran violaciones y todo tipo de abusos sexuales”.
Ante este terrible panorama, Barciela se pregunta: “¿Quién se enriquece con este negocio? ¿Los contratados para la salvaguardar la ‘seguridad’? ¿Los que elaboran las concertinas…? ¿Los que se dedican a lo ilícito? Ante cada anuncio de políticas más represivas, los traficantes se frotan las manos”. Frente a quienes tienen este “éxito”, lamenta que, “otros mueran y sufran”, y que, de un modo paralelo, se esté dando un fenómeno preocupante, “la criminalización de aquellas personas y entidades que trabajamos ayudando a los migrantes”.
Un claro ejemplo de esto último lo tuvieron en la reunión con Helena Maleno, la activista española juzgada por Marruecos acusada de colaborar con mafias a raíz de unos informes de la policía española. Y es que, “pese a que el ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido, dice desconocer dichos informes, ella nos dio veracidad de ellos…”. Así, perciben que “lo mismo que le ocurre a Helena le está ocurriendo en toda a Europa a otras entidades, como Proactiva Open Arms o los bomberos voluntarios de la asociación PROEMAID, por lo que, en esta peligrosa deriva, no sería de extrañar que las siguientes pudieran ser otras entidades de Iglesia en la Frontera Sur”.
Sin embargo, el mismo caso de Maleno les interpela de un modo especial: “Al preguntarle en el encuentro que mantuvimos con ella por qué no utilizaba su pasaporte español para volver a casa y zanjar esta situación, ella nos dijo: ‘¿Y qué mensaje daría con eso a mi gente, a las personas migrantes a las que defiendo? Estoy aquí por ellos, y aquí seguiré’”. Sin duda, las entidades de Iglesia en la Frontera Sur también comprometidas en la defensa de los derechos de las personas migrantes y refugiadas tampoco se irán. “Tenemos que conseguir juntos –concluye Barciela– que nadie sea condenado por brindar solidaridad, sería un precedente preocupante”.
Rufino García Antón, delegado de Migraciones de la Archidiócesis de Madrid, cuenta a Vida Nueva que en todo el viaje tuvo muy presente el “damos testimonio de lo que hemos visto y oído” que Jesús le dijo a Nicodemo (Jn. 3,11): “Ha sido un privilegio haber participado en esta experiencia y, a la vez, una responsabilidad dar testimonio de lo que allí hemos visto y oído”. Así, recuerda algunas frases que ha escuchado en la Frontera Sur y que le han conmovido especialmente: “¿Por qué tanto sufrimiento injusto e inútil?”; “un europeo puede ir donde quiera, pero un africano no”; “para el extranjero, la persona que le acoge es como una luz que ilumina su ruta”; “el río se llena con arroyos pequeños”; “es importante analizar las causas de las migraciones forzosas”; “todo es desde el dolor con el que se mira.”
“Cada una de estas frases –profundiza el sacerdote– nos darían pie para una reflexión amplia sobre la realidad migratoria que se da en la Frontera Sur y, seguramente, también en otras fronteras. Relacionándolas unas con otras, me sirven para enumerar telegráficamente algunas cosas que hemos podido constatar en este viaje: la gran mayoría de las personas que salen de sus países se ven forzadas a hacerlo por las circunstancias, esta realidad impuesta causa un sufrimiento injusto e inútil, hay fronteras geográficas y vallas interiores, hay muchos colectivos eclesiales y sociales que han hecho suyo el dolor de las personas inmigrantes y se solidarizan con ellas, la actitud acogedora e integradora nos enriquece mutuamente…”.
“Personalmente –finaliza García Antón–, estoy muy agradecido por la oportunidad de haber participado en este viaje, ya que me ha servido para conocer mucho más de cerca esta realidad, cuestionarme mi forma de vida y mi escala de valores, valorar más la enorme dignidad y la capacidad de soñar de quienes arriesgan su vida en busca de un futuro mejor y apostar claramente por la ‘globalización de la solidaridad frente a la globalización de la indiferencia’, como apunta Francisco. Otro mundo y otras relaciones humanas son posibles y deseables”.
A nivel institucional, la red eclesial deja cuatro aldabonazos que pretenden concienciar “a la comunidad cristiana y a la sociedad española”. Son los siguientes: