Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga se siente más a gusto con un simple ‘don Óscar’ que con un ‘eminencia’. Y le gusta cantar. Lo hizo en la 47ª Semana Nacional para los Institutos de Vida Consagrada. Sin vergüenza –o pena, como diría él–. “La alegría del Evangelio nos invita a la misión y con el papa Francisco: misericordia y bendición”. Es la banda sonora que le ha puesto al pontificado de Jorge Mario Bergoglio. Y los religiosos españoles cantaron con él. Se la sabían, porque leen la misma partitura que el Pontífice argentino. El coordinador de los nueve hombres del Papa que forman el Consejo de cardenales (C-9) también viene del fin del mundo, pero conoce la realidad de la Iglesia europea como la palma de su mano.
PREGUNTA.- El Papa acaba de publicar ‘Gaudete et exsultate’, donde habla sobre “los santos de la puerta de al lado”. Usted, que en ocasiones tiene a Francisco en la puerta de al lado, ¿ve en él a un santo?
RESPUESTA.- Lo veo cada día. Y lo veo en lo sencillo. Por ejemplo, cuando recibe tantos ataques. Es un hombre al que nunca he visto fuera de sí. Y eso que no es que tenga un temperamento pasivo, no; es vivaz, pero su fe es muy profunda… Siempre nos aconseja que no perdamos la paz. Eso es un lema para él y nos lo repite en el C-9. Y eso es fruto de una profunda santidad. Todos tenemos nuestro temperamento y hay veces que ‘nos sale afuera el aborigen’ y dan ganas de mandar a alguno de paseo, pero él no lo hace.
P.- Ante tanta crítica, Bergoglio bien podría serlo por la vía del martirio de lo cotidiano…
R.- (Risas) Hay muchos tipos de martirio. Ciertamente, este es uno de ellos. A uno le duelen todas estas cosas, no somos de palo, como decimos en Honduras. Pero hay algo más fuerte, hay algo superior, que es la dimensión sobrenatural. Y es que, como nos dijo en el Vía crucis en el Coliseo, la cruz es real, no es poesía. Asociarnos a la cruz de Cristo en estos temas trae una gran paz.
P.- Los principales ataques vienen por ‘Amoris laetitia’, ¿va el Papa por delante de la Iglesia en pastoral familiar?
R.- Confieso que fui uno de los que preguntó al Santo Padre, ¿por qué la familia, si ya hubo un sínodo sobre esto? Y él me dijo: “Esa familia de 1980 no es la de 2015”. La Buena Nueva de la familia hay que anunciarla y eso es ‘Amoris laetitia’. Tristemente, en algún presbiterio está vetada. Recuerdo a unos laicos que me dijeron que querían distribuir ‘Amoris laetitia’, pero el párroco les dijo que no. Por suerte, los laicos ya no son siervos obedientes; ellos entienden qué es lo que tienen que hacer y van adelante. De todos modos, es una pena que la exhortación cale más entre los laicos que entre los curas. Yo creo que este tesoro que nos ha regalado Francisco debe introducirse por todos los rincones de nuestra Iglesia. Por eso, me entristece que mis hermanos cardenales pierdan el tiempo en buscar herejías en ‘Amoris laetitia’, que es fruto de dos sínodos, por lo que no solo contradicen al Papa.
P.- ¿Está convencido de que la reforma es irreversible?
R.- Hace tiempo, el Papa me dijo que le pedía al Señor que, cuando le llamara, este proceso fuera irreversible. Todavía no lo es, pero vamos en camino. La reforma no es de documentos, es de personas. Y entonces, lo que está claro es que con la misma gente no se puede hacer una reforma, a no ser que verdaderamente nos convirtamos y nos demos cuenta de que la Iglesia no es una institución inamovible y esclerotizada.