Tras casi un mes en escena, los críticos siguen sin ponerse de acuerdo –tampoco Marco Balich, su creador y productor– en qué es, exactamente, ‘El Juicio Final: Miguel Ángel y los secretos de la Capilla Sixtina’, un espectáculo sin precedentes que muestra la gran joya del Vaticano como nunca se había visto. “Es un desafío, un espectáculo completamente nuevo, un espectáculo total, donde la tecnología se combina con el arte y la historia universal”, lo define Balich, quien dirigió las ceremonias de inauguración y clausura de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. “He combinado toda la experiencia adquirida en años de ceremonias olímpicas –añade– para lograr algo que pueda disfrutar cualquier persona, con una huella emocional muy fuerte”.
Realmente, ‘El Juicio Final’ incorpora todos estos múltiples lenguajes artísticos para desplegar la hipnótica majestuosidad de la intervención de Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564) en la Capilla Sixtina por encargo de los papas Clemente VII y Julio II. Es danza, teatro, musical y cine, se sirve además de video-proyecciones multimedia con calidad 4K, juegos de luces, sonido envolvente y constantes recursos de pirotécnica digital sobre pantallas que cubren 270 grados. “Una experiencia multisensorial de inmersión”, la describe Marzia Apice, de la agencia Ansa, quien valora el notable espectáculo de Balich como “hipnótico, inspirado, espiritual”.
La belleza como camino hacia Dios es, también, la razón por la que han participado en este espectáculo, por ejemplo, el cantante Sting, autor del tema principal que suena en el espectáculo: una versión del ‘Dies Irae’ de Tomás de Celano, himno del siglo XIII, que grabó en Londres con orquesta de cámara y un coro de ochenta voces. “Me ha dado la oportunidad de acercarme de nuevo a la música sacra, que ha tenido una profunda influencia en mi vida y en mi trabajo”, manifestó el artista británico, que canta en latín. También aceptó, como afirma en una vídeo-entrevista promocional, “por la simpatía que le despierta el papa Francisco”.