Ecuador está conmocionado. El pasado viernes 13 de abril, pasará a la historia como el día en el que la violencia y el dolor removieron los cimientos de la sociedad, al conocerse el deceso de los tres periodistas ecuatorianos secuestrados en la frontera con Colombia, asesinados a sangre fría por la diáspora terrorista y disidente de las FARC. A tales efectos, los obispos ecuatorianos han expresado –a través de un comunicado a la opinión pública– su “dolor y honda preocupación” al concluir la 143ª Asamblea Plenaria Ordinaria.
A la luz de la Pascua, la Conferencia Episcopal Ecuatoriana (CEE) se une “en una profunda y sentida oración por el eterno descanso nuestros hermanos Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Segarra, secuestrados y vilmente asesinados, a la vez que expresamos nuestra cercanía y solidaridad a sus familiares por tan irreparables pérdidas humanas, como también a todos los comunicadores que arriesgan su vida por darnos a conocer la verdad de los hechos”.
Horas después de que se conociera la sentida noticia de la ejecución de los periodistas en territorio ecuatoriano, los prelados hicieron un contundente llamado “a los gobiernos de Ecuador y Colombia a crear y consolidar condiciones de vida más dignas, fraternas y justas, particularmente en la zona fronteriza, desarrollando fuentes de trabajo y políticas de bienestar social, como también reforzando los sistemas de seguridad”.
En su comunicado desde la Casa Betania, en Quito, donde se encontraban reunidos desde el pasado 9 de abril, la CEE también invita “a los grupos políticos y sociales armados a deponer el uso de la fuerza para superar las injusticias y a unirse a las iniciativas de diálogo y respeto para construir una auténtica democracia, libre de toda forma de corrupción y violencia”.
En diversas oportunidades, organizaciones católicas de migración y refugio han denunciado situaciones de violencia en la frontera colombo-ecuatoriana, producto de las dinámicas que generan los grupos al margen de la ley, al amparo de la indolencia de las autoridades.
En este sentido, inspirados en principios éticos y espirituales, la CEE ratifica su compromiso de seguir el trabajo “junto con todos los grupos sociales, políticos y religiosos, por una sociedad más pacífica, justa y solidaria”, al tiempo que exhorta “a todos los grupos y organizaciones que se enriquecen utilizando medios inhumanos e ilícitos como la coima, el terrorismo, el secuestro, el chantaje y el asesinato, a no someterse a intereses económicos involucrados en la trata de personas y en la producción y tráfico de armas y de substancias tóxicas-adictivas”.
Además de ofrecer una palabra frente a esta dolorosa coyuntura, la 143º Asamblea Plenaria Ordinaria del Episcopado ecuatoriano también fue un espacio propicio para reflexionar en torno a la figura de santa Mariana de Jesús, por el jubileo de los 400 años de su natalicio, quien –de acuerdo con los obispos– “nos lleva a considerar las especiales situaciones que atraviesa nuestra patria, como la debilidad de la institucionalidad, la crisis económica y la corrupción, entre otros. Todo ello ha generado inquietud y desconcierto en nuestro pueblo y nos llama a caminar a su lado alentando su fe y esperanza”.
En torno a la familia y a la formación de los futuros ministros de la Iglesia en los seminarios, inspirados en la Ratio Fundamentalis, la CEE es consciente “de las crisis sociales, políticas y legales que afectan y desestabilizan a las familias cristianas, lo que nos exige una mayor capacidad de diálogo y de contraste con la sociedad”. Como respuesta a este desafío se implementará el programa Misión Familia durante los próximos dos años.
Asimismo los obispos han hecho un balance del programa de intervención en la costa ecuatoriana a favor de las víctimas del terremoto de abril del 2016, el cual “dan por concluido”, sin dejar de afirmar que “lamentamos el número de personas fallecidas y los destrozos sufridos, damos gracias a Dios por la inmensa corriente de solidaridad que pudimos experimentar”.
Por último, con relación a la exhortación apostólica Gaudete et exsultate, publicada esta semana, los prelados quieren “dejar constancia de nuestro agradecimiento a Su Santidad” por este “maravilloso regalo pascual, como también por el nombramiento de monseñor Rafael Cob, obispo vicario apostólico de Puyo, al consejo pre-sinodal” que participa en la preparación del Sínodo Panamazónico de 2019, “y también por el nombramiento de monseñor Skiper Yánez para la Diócesis de Babahoyo”.
“Que Jesús, que murió y resucitó defendiendo la vida, el amor, la justicia y la verdad, nos acompañe en este difícil camino de la paz, pero tan necesario para el desarrollo integral de todas las personas y pueblos”, finaliza el comunicado.