En torno a las cuatro de la tarde de ayer, 15 de abril, el papa Francisco llegaba a la parroquia San Pablo de la Cruz para continuar las visitas pastorales que desde el inicio de su Pontificado viene realizando como Obispo de Roma. No se trataba de una plaza fácil, en tanto que se trata de uno de los barrios con más riesgo de exclusión social de la capital italiana.
Además de celebrar la eucaristía, Francisco tuvo la oportunidad de mantener un encuentro con los ancianos y los niños del barrio. Fue con estos últimos con quienes se vivieron los momentos más emocionantes de la jornada, especialmente, cuando le tocó el turno a Emanuele. Cuando al pequeño se acercó al Papa se vio incapaz de preguntarle, como lo habían hecho otros tres chavales.
“No puedo hacerlo”, le dijo entre lágrimas el niño, a lo que el Papa correspondió con un abrazo y solicitándole al pequeño que le contara al oído lo que le sucedía. “Tal vez todos nosotros, podríamos llorar como Emanuele cuando tenemos un dolor como él lo ha hecho en su corazón. Lloró por su padre y tuvo el coraje de hacerlo frente a nosotros, porque en su corazón hay amor por su padre”, relató el Papa que explicó a los presentes cómo Emanuele estaba preocupado por si su padre fallecido estaba en el cielo a pesar de ser ateo, si bien había bautizado a sus cuatro hijos.
“Él era un buen hombre. No tenía el don de la fe, no era creyente, pero bautizó a sus hijos. Él tenía buen corazón. Dios tiene el corazón de un padre. Y ante un padre no creyente, que fue capaz de bautizar a sus hijos y darles esa habilidad a sus hijos, ¿crees que Dios podría dejarlo muy lejos?”, reflexionó el Papa, que justo después les interpeló a los chicos: “¿Dios abandona a sus hijos cuando son buenos?”. A lo que su auditorio contestó con un rotundo no.
Para finalizar, se dirigió de nuevo al niño: “Emanuele, esta es la respuesta. Dios seguramente estaba orgulloso de tu padre, porque es más fácil bautizar a los hijos siendo creyente que como no creyente. Seguramente Dios lo amó tanto… Habla con tu padre, reza a tu papá”.
En esta misma línea, se dirigió a otra niña, Carlota: “Todos somos hijos de Dios. Todos, todos. ¿Incluso los no bautizados? Sí. ¿Incluso aquellos que creen en otras religiones, que tienen ídolos? Sí, son hijos de Dios. Incluso los gánsteres son hijos de Dios”.