Los sistemas de conservación de archivos empleados en la toma de datos de la Tierra desde el espacio son los mismos que ha aplicado la Biblioteca Apostólica Vaticana, fruto de un programa de colaboración entre la antigua institución papal y la Agencia Espacial Europea (ESA). Los primeros frutos se han presentado esta semana a un grupo de informadores en la propia Biblioteca.
Y es que para Joseph Aschbacher, director del centro que la ESA tiene en Frascati (Italia), en declaraciones a TV2000, los procesos que desarrollan ambas entidades son similares ya que “del espacio tenemos tantísimos que conservar y, a la vez, poner a disposición de personas de todo el mundo; también desde el Vaticano tiene tantísimos escritos antiguos que deben estar disponibles para la gente de todo el mundo”.
Tras cinco años de trabajo, se han puesto a disposición los primeros códices a los que se les ha aplicado esta tecnología de archivo. Se han digitalizado cerca de 1,6 millones de páginas. El proyecto total contempla que sea pasados a la red unos 82.000 manuscritos de la Biblioteca, de los que se ha completado el 15% del total.
El programa aplicado fue desarrollado a partir de los años 70 por la NASA y la ESA ante la ingente cantidad de datos e imágenes que se recibían de los satélites espaciales. Frente a los cambios tecnológicos, los materiales escaneados contienen, en el propio archivo, las herramientas suficientes para que puedan ser leídos en el futuro, aunque cambien las herramientas.
El interés por la astronomía no es extraño al Vaticano, que tiene su observatorio propio en Castelgandolfo o que atesora en la misma Biblioteca importantes tratados de la materia.
Ahora las instituciones sacan a la luz este proyecto a la vez que se busca una mayor financiación. Precisamente, el próximo 30 de mayo, la Biblioteca Apostólica con la Biblioteca Bodleian de la Universidad de Oxford organizan una jornada para expertos sobre la digitalización con el título “el futuro del pasado”. En ella se presentarán las acciones conjuntas tras esta colaboración iniciada en el año 2012 y que podrá a disposición de los investigadores y al público en general, de forma gratuita, más de un millón y medio de páginas gracias a un donativo de dos millones de libras de la Fundación Polonsky.