De 1990 al 2018 se han registrado 68 atentados contra miembros de la Iglesia católica, de los cuales 62 han sido crímenes arteros, reporta el Centro Católico Multimedial
La Diócesis de Izcalli informó a través de un comunicado que la tarde-noche de este miércoles 18 de abril, le fue arrebatada la vida al presbítero Rubén Alcántara Díaz, Vicario Judicial de esa Iglesia particular, con lo que suman ya 22 sacerdotes asesinados en lo que va del actual sexenio.
Si bien el obispo de Izcalli, monseñor Francisco González Ramos, no dio más detalles del ataque, versiones periodísticas aseguran que la secretaria de la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, en la colonia Las Miras –de la que el padre Rubén era rector– logró escuchar un fuerte intercambio de palabras entre el sacerdote y un desconocido. Cuando acudió para saber lo que estaba pasando, el sacerdote ya se encontraba muerto en medio de un charco de sangre, mientras que el agresor huía.
Luego de que uno de los fieles de la rectoría diera aviso a las autoridades, se implementó un operativo policiaco en las inmediaciones, pero no se logró capturar al hombre que, según las primeras indagatorias, mide aproximadamente 1.80 de estatura.
Tras el ataque, la unidad de investigación del Centro Católico Multimedial (CCM) reportó que de 1990 al 2018 se se han registrado 68 atentados contra miembros de la Iglesia Católica, de los cuales 62 han sido crímenes arteros. La lista la conforman un cardenal, 46 sacerdotes, un diácono, cuatro religiosos, nueve laicos y una periodista católica.
El CCM, que dirige el religioso paulino Omar Sotelo Aguilar, señaló que además de estos crímenes, “las amenazas y extorsiones a sacerdotes y obispos siguen siendo un triste panorama, que indican que las cosas están lejos de mejorar”.
Mientras que algunos jerarcas de la Iglesia han señalado que el asesinato a sacerdotes es consecuencia de la violencia generalizada que se vive en el país, para el padre Omar Sotelo, quienes atentan contra sacerdotes y religiosos lo que buscan es limitar las actividades del trabajo pastoral de la Iglesia mexicana, que tiene su acción en el campo sanitario y educativo, así como en la acción asistencial -ayuda, refugio y consuelo-, a favor de los derechos humanos de migrantes.
El sacerdote ha denunciado en diversas ocasiones que ante esta realidad, hay una mirada indiferente de las autoridades a lo largo y ancho del país, por lo que la Iglesia no puede callar: “La sangre de miles de mexicanos se sigue derramando y clama justicia. Seguiremos haciendo un enérgico llamado a las autoridades del gobierno mexicano, de todos los niveles, a fin de que brinden las garantías al ejercicio del ministerio sacerdotal y al de todo ciudadano a vivir en paz, en especial, en muchas zonas de México, donde ha repuntado la violencia”, dice.