“A mis dos hijas les han encantado los dos libros premiados: los hemos leído en Semana Santa y no había manera de que los soltaran para que yo los leyera”. Con estas palabras, la reina Letizia describía las dos novelas reconocidas con los premios El Barco de Vapor y Gran Angular 2018, que en esta edición cumplen 40 años. Doña Letizia fue la responsable de entregar ambos galardones al madrileño David Peña -nombre del conocido y reconocido ilustrador Puño- por “La niña invisible” y a la ovetense Mónica Rodríguez por “Biografía de un cuerpo”, respectivamente.
“Fomentar la lectura y animar a coger un libro es una tarea esencial, la lectura modela el criterio”, señaló la reina que subrayó cómo “entregar premios es siempre una gran alegría porque se trata de reconocer un trabajo bien hecho”.
La actriz Cayetana Guillén Cuervo fue la responsable de conducir una gala celebrada en la sede de la Comunidad de Madrid a la que acudieron también el ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo, y la presidenta madrileña, Cristina Cifuentes.
El ministro destacó cómo el Grupo SM muestra una vocación humanística que ha logrado “sembrar la chispa de la lectura” en varias generaciones de españoles y cómo ha contribuido a hacer “una sociedad más culta y creativa”.
Por su parte, el presiente de SM, Luis Fernando Crespo, explicó que ambas colecciones de literatura invitan “a embarcarse por la imaginación, a adentrarse en un infinito narrativo”. En esta misma línea, expresó cómo la misión de SM se centra en una “ética orientada al cuidado de la persona y de la sociedad”.
“La educación nos mueve y nos lleva a hacer visibles a los niños y niñas invisibles”, destacó Crespo sobre el compromiso en relación a la defensa de la dignidad y compromiso con los exclusivos a través de la Fundación SM.
Aunque la vocación del escritor es un maratón de largo recorrido, los dos galardonados reconocieron tras recibir el premio que “nunca he tenido la tentación de abandonar”. “SM es mi casa y gracias a Alfonso Ruano, que me encargó ilustrar un libro de matemáticas y gracias a ello pude abandonar un trabajo en un polígono y dedicarme a mi pasión”.
“Es un oficio muy solitario y exigente y nunca llegas a saber del todo si aquello que haces tiene verdadero sentido para alguien”, aseguró por su parte Mónica Rodríguez. Rodríguez protagonizó la anécdota de la velada al desvelar que en su niñez compartió clase de danza con la reina Letizia, a quien dedicó el premio Gran Angular.