La Palabra hecha arte. O el arte de la Palabra. Es el mar en el que navegan Alícia Pérez Tripiana y María de los Ángeles Sobrino López a través de su nueva obra ‘La Biblia en el Museo del Prado’ (PPC), después de haber buceado en sus dos libros anteriores en la pinacoteca madrileña para elaborar toda una ruta que permite descubrir, pincelada a pincelada, a Jesús y a María.
“La belleza nos cautiva a través de las 26 obras elegidas, de las lecturas elegidas y de los comentarios de las autoras”, alabó el arzobispo castrense, Juan del Río, que apadrinó el libro en la sede de la Asociación de la Prensa, subrayando que se trata “de un trabajo para creyentes y no creyentes”.
Presentación en Madrid del libro ‘La Biblia en el Museo del Prado’
Deteniéndose en un dibujo anónimo de la escuela italiana y estilo manierista que aborda el sufrimiento de Job, el prelado apuntó que “en este ejemplo podemos ver cómo se expresa el trípode historia, belleza y persona”. “¿Qué sería del Museo del Prado sin la historia de la salvación?”, se preguntó Del Río, que reivindicó la relación entre fe y cultura como “expresión del alma del pueblo cristiano”.
Comprender nuestro devenir
Para José Pedro Pérez-Llorca, presidente del Real Patronato del Museo del Prado, se trata de “una magnífica obra a partir del gran libro cultural de Occidente: la Biblia. Sin ella no se podría comprender parte de nuestra historia”. En esta línea, Alicia Pérez Tripiana se detuvo en el desafío que ha supuesto centrarse en el Antiguo Testamento, reconociendo que “ha sido un trabajo arduo”.
“Aparecen figuras fundamentales, desde el Pentateuco a los libros proféticos, es solo una breve aproximación al libro sagrado, pero que permite ver un mundo maravilloso”, completó. Por su parte, María de los Ángeles Sobrino añadió que han seleccionado aquellas obras “que aúnan belleza y mensaje” con gran fuerza.
“Nos une a las autoras y a su trilogía un compromiso para acompañar y capacitar a nuestros profesores en España y Latinoamérica”, dijo el presidente de la Fundación SM, Javier Palop, que defendió “el arte como un elemento de desarrollo e instrumento de la didáctica en el ámbito religioso”.
