“Conmovido por las oraciones y la amplia solidaridad en favor del pequeño Alfie Evans, renuevo mi llamamiento para que se escuche el sufrimiento de sus padres y se cumpla su deseo de intentar nuevas posibilidades de tratamiento”. Con este mensaje publicado anoche, 23 de abril, en la red social Twitter, el papa Francisco hizo un nuevo intento para tratar de evitar que los médicos del hospital infantil Alder Hey de Liverpool dejen morir a este bebé de 23 meses que sufre una gravísima enfermedad neurológica degenerativa y al que dan por desahuciado. Califican su situación de “inhumana” porque no puede respirar ni alimentarse por sí mismo y su estado semi vegetativo le impide de ver, escuchar o sentir el contacto de otras personas. Por ello pidieron a los tribunales permiso para interrumpir el suministro de oxígeno y de comida.
Alfie se encuentra en el centro de una dura batalla legal entre la Justicia británica y sus padres, que llevan meses de lucha para intentar que su hijo no sea desconectado. Anoche llegó la decisión final del juez de apelación que instaba al personal sanitario a que le retiraron el respirador. Los médicos esperaban que muriera en pocos minutos, pero el pequeño de momento aguanta y aunque con dificultades, está consiguiendo respirar por sí mismo. Ahora se plantea el ulterior problema de la nutrición, que no puede hacer sin ayuda.
El mensaje por Twitter del Papa viene después de que la semana pasada recibiera en el Vaticano al padre del niño, Tom Evans, pidiendo además a los responsables del hospital infantil Bambino Gesù de Roma, propiedad del Vaticano, que hicieran “lo imposible” para tratar de llevar al bebé a Roma. El Gobierno en funciones de Italia mostró su respaldo absoluto a Francisco y concedió de inmediato la ciudadanía italiana a Alfie. De esta manera trataba de presionar a la Justicia británica para que concediera lo antes posible el traslado del pequeño al Bambino Gesù. La presidenta de este centro hospitalario, Mariella Enoc, se encuentra en Liverpool para intentar que el niño viaje lo antes posible a Roma.
Londres explica la decisión de dejar morir a Alfie, que ha generado una ola de protesta entre los militantes en contra de la eutanasia, porque “casi todo su cerebro” ha sido ya destruido por la enfermedad y “no hay esperanzas” de que la situación se revierta. Según la legislación británica, no tiene sentido mantener conectada a una persona a un sistema de respiración y alimentación artificial si la enfermedad la ha reducido a una situación tal que no merece ser definida como vida.