Aún cuando el gobierno de Nicaragua ha revocado las medidas sobre la reforma de pensiones que fue el detonante que desató la ola de protestas encabezadas por movimientos estudiantiles, el clima de tensión política en el país centroamericano persiste. Es por ello que la Conferencia Episcopal Panameña (CEP), a través de un comunicado, el pasado 22 de abril ha expresado su solidaridad con la juventud y el pueblo nicaragüense.
La Iglesia panameña se hace eco de la exhortación de los obispos de la Conferencia Episcopal Nicaragüense (CEN), en su comunicado del 20 de abril de 2018, en el que invitan “a las autoridades del país a escuchar el grito de los jóvenes nicaragüenses y la voz de otros sectores que se han pronunciado al respecto de las reformas al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) y derogar las reformas a las políticas de dicho Instituto”, decretadas por el presidente Daniel Ortega, que busca legalizar “el cobro arbitrario del 5% a los jubilados que con su esfuerzo han cotizado durante muchos años”.
Los miembros del Comité Permanente de la CEP, en cabeza de su presidente, José Domingo Ulloa, arzobispo metropolitano de Panamá, no solo han escuchado “los gritos de clamor de justicia de los jóvenes nicaragüenses que reclaman cívicamente sus derecho”, sino que ante lo que han calificado como “el brote de la violencia que enfrenta a los hijos de una misma nación y que perturban la paz de Nicaragua”, indican que “queremos manifestar públicamente nuestra solidaridad con los obispos y el sufrido pueblo de este país hermano”.
A tales efectos, los obispos panameños se unirán a la jornada de oración convocada por la CEN para “ver con una mirada diferente esta situación, a fin de buscar la solución que el pueblo nicaragüense se merece”.
“Bien han expresado los obispos [de Nicaragua] que: Hay pecados sociales que ningún ser humano puede ignorar sino que debe denunciar, sobre todo si se desean restituir los derechos violentados de los más vulnerables: nuestros jubilados”, señalaron.
Al igual que sus homólogos nicaragüenses, hacen un llamado urgente a las autoridades de gobierno para que “reconozcan que la vía para lograr la paz y solucionar los más profundos conflictos es el diálogo, que tiene como centro la dignidad de la persona y el bien común, especialmente de los más vulnerables y empobrecidos”.
Asimismo elevan sus peticiones a la patrona de Nicaragua, bajo la advocación de la Inmaculada Concepción, para que “en estos momentos de dolor, se conmuevan los corazones endurecidos por la soberbia y la testarudez, para que se restablezca la justicia y la paz entre los nicaragüenses”.