“Mi gladiador ha rendido su escudo y ha ganado sus alas… Absolutamente desconsolado. Te quiero, mi chaval”. Son las palabras de Tom Evans (21 años), padre de Alfie, el niño que ha mantenido al mundo en vilo y ha provocado una batalla legal en Reino Unido. El padre del pequeño se despidió de esta manera de su bebé en Facebook esta misma mañana, tras haber perdido la vida esta madrugada de 28 de abril.
Alfie, de 23 meses, fallecía en el hospital Alder Hey de Liverpool, después de que llevara más de cuatro días respirando por su propia cuenta, ya que los médicos le desconectaron la respiración asistida, pese a la oposición de sus padres, por la enfermedad degenerativa irreversible que tenía. Pese a que los especialistas sostenían que apenas resistiría unos minutos, Alfie estuvo más de 100 horas respirando por su propia cuenta.
“Estoy profundamente afectado por la muerte del pequeño Alfie. Hoy rezo especialmente por sus padres, mientras Dios Padre lo acoge en su abrazo de ternura”, expresaba el Papa Francisco tras conocer el fallecimiento a través de su cuenta de Twitter.
Los padres del pequeño no cejaron en su lucha por mantener a su hijo con vida. Sin embargo, hoy se rompieron todas sus esperanzas. Alfie fue ingresado en este hospital en diciembre de 2016, solo siete meses después de nacer. Por eso, el personal ha querido expresar su “sincera solidaridad”: “Todos nosotros lo sentimos profundamente por Alfie, Kate, Tom y toda su familia, y nuestros pensamientos están con ellos. Ha sido una travesía devastadora”.
La “catastrófica degradación del tejido cerebral” hacía imposible su vida. “No había cura médica” y continuar el tratamiento era “inútil”, “cruel” e “inhumano”, explicaron los médicos. Esta batalla legal entre padres y médicos se ha dilatado durante cuatro meses. De nada sirvió que el papa Francisco le ofreciera a los padres continuar el tratamiento en el hospital Bambino Gesù de Roma, ni que Italia le respaldara dándole la nacionalidad, porque el Tribunal Superior de Manchester denegó el traslado del pequeño.
En el Regina Coeli del pasado 15 de abril, el Papa encomendó sus oraciones por “el pequeño Alfie Evans, en Inglaterra, así como otros en varios países, que viven, a veces durante mucho tiempo, en un estado de enfermedad grave, con asistencia médica para las necesidades básicas. Son situaciones delicadas, muy dolorosas y complejas. Oramos para que cada paciente sea respetado en su dignidad y tratado de manera adecuada a su condición, con el acuerdo de los familiares, médicos y otros trabajadores de la salud”.
Solo tres días más tarde, el padre de Alfie viajó a Roma para reunirse con el Papa. En el encuentro de 20 minutos, Evans le dijo al Papa que “estaban tratando de matar a mi hijo, sin un diagnóstico. Que nos tienen secuestrados y que los médicos nos tratan como criminales. En ningún país un niño recibe un trato de este tipo, peor que un prisionero”, según recoge Vatican Insider. El Papa le mostró “mucho afecto, me animó y me alabó por la valentía y la fuerza. Esto, para mí, es muy conmovedor”, dijo. Algo que le hizo “comprender que en toda esta historia está Dios”.
Los intentos del Papa por ayudar a esta familia no quedaron aquí. El 23 de abril, a través de Twitter, expresó este mensaje: “Conmovido por las oraciones y la amplia solidaridad en favor del pequeño Alfie Evans, renuevo mi llamamiento para que se escuche el sufrimiento de sus padres y se cumpla su deseo de intentar nuevas posibilidades de tratamiento”. Sin embargo, el corazón del pequeño ha dejado hoy de latir.