Bartomeu Melià: “La encíclica Laudato si’ es profética”

  • El sacerdote jesuita ha recibido el doctorado honoris causa por la Universidad Pontificia Comillas
  • “Los obispos que defienden a los pueblos indígenas no suelen ser bien vistos por los gobiernos”, afirma

El jesuita Bartomeu Melià recibe el doctorado Honoris Causa de la Universidad Pontificia de

La Universidad Pontificia Comillas ha reconocido como doctor honoris causa por su compromiso con el pueblo y la cultura guaraní a Bartomeu Meliá, jesuita de 85 años que continúa dejándose la vida cada día por los pueblos indígenas de Paraguay, al que llegó con 22 años y a quien dedica este reconocimiento académico. Una entrega por sus gentes y por su cultura pues es a través de ella como pudo acercarse a las personas.

PREGUNTA.- ¿Qué significa una distinción como el doctor honoris causa de Comillas para usted?

RESPUESTA.- Es un honor que quiero trasladar a los pueblos indígena con quienes he convivido especialmente a los Guaraníes; me enseñaron muchas cosas con su modo de vivir, no solo conocimientos, sino el camino de la sabiduría, si es que ha dado algún paso en ella.

P.- En sus estudios destaca su amor por la lengua guaraní. ¿Por qué seguimos enfrentándonos por la lengua?

R.- La lengua es el territorio del ser. Los pueblos, aun sometidos, no están conquistados todavía si hablan su lengua. Mi gran preocupación es ver en Paraguay que varios pueblos indígenas pierden su lengua. Académicamente me interesé también por el guaraní de el siglo XVII, que ya no se habla más. Pero en Paraguay aun la población en general, no solo los mestizos hablan guaraní, aunque con muchos préstamos del castellano; una especie de tercera lengua; un agregado de solecismos y barbarismos. Pero también hay un guaraní muy correcto que paradójicamente es el de los analfabetos de la clase rural paraguaya.

P.- ¿Cuál es el presente y el futuro de los pueblos indígenas, especialmente el guaraní?

R.- Es el capítulo más triste de Paraguay. Por parte de la política oficial me atrevo a llamarlo un disimulado genocidio. El cultivo de la soja, de la que tanto se enorgullece Paraguay, se hace a costa de la deforestación y el desarraigo de la nación guaraní. El mayor productor de soja es de hecho el mayor productor de pobreza y miseria extrema. Mucha tierra para pocos, y muchos, la mayoría, sin tierra donde poner el pie y menos la casa.

P.- En los últimos años se ha vivido una escalada de ataques contra los defensores de los pueblos indígenas y los Derechos Humanos, como Berta Cáceres en Honduras. ¿Cómo se vive esta realidad desde allí?

R.- Efectivamente la población indígena –esas naciones anteriores a la formación del Estado– sigue siendo discriminada y despreciada. Ser llamado indio, sea Guaraní, Ayoreo, Nivaclé, Sanapaná, Angaite, hasta 19 de esas naciones en Paraguay, es un insulto, y algunos indios ocultan incluso su identidad. Defender y luchar junto a estos pueblos está mal visto. Soy compañero del Hermano jesuita Vicente Cañas, que fue asesinado por latifundistas, apoyados por un comisario policial. Solo ahora, en 2017, después de 30 años, se ha conseguido la condena y la cárcel del autor de ese asesinato. En esta situación procuramos vivir prudentemente, y aun con miedo, seguimos el camino.

P.- ¿Cuál es el papel de la Iglesia ante esta realidad?

R.- Es bastante diferente según los países. Depende mucho también de las relaciones que tiene la Iglesia con las clases poderosas. Tanto en Brasil como en Paraguay tenemos obispos, no todos del mismo modo, pero que defienden con fuerza a los indígenas en los muchos casos de injusticia que sufren; no suelen ser bien vistos por los gobiernos nacionales, más entregados a la fuerzas supuestamente productoras, que a fin de cuentas son destructoras del futuro de esos países. Pillaje y producción de pobres no son progreso. Son los pobres los que aseguran el futuro del país.

P.- ¿Cómo afecta en el día a día la presencia en el trono de Pedro de un sudamericano?

R.- La encíclica Laudato si’ del papa Francisco es profética; cuando la leo me parece que él mismo ha escuchado a los indígenas. El Sínodo de la Amazonía para el 2019, que ya se está preparando, llevará a un primer plano, creo, un modelo de vida que no es la del mercado sino del don y la reciprocidad. Confío que ha de hacernos herederos de la sabiduría indígena tan amenazada por ser la más racional y humana, y más cristiana que la de muchos que no llamamos cristianos. El papa Francisco, si enseña, es porque ha escuchado mucho.

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