Acciones “ejemplares y ejemplificadoras” del Papa para acabar con la pederastia en la Iglesia y contra el encubrimiento son lo que esperan las tres víctimas de abusos chilenas que se han reunido con Francisco desde el pasado viernes en la Casa Santa Marta, la residencia vaticana donde vive Jorge Mario Bergoglio. En una comparecencia hoy, 2 de mayo, en la sede de la Asociación de la Prensa Extranjera en Roma, Juan Carlos Cruz, James Hamilton y José Andrés Murillo han pedido a Francisco que vaya más allá de las “cariñosas palabras de perdón” que les ha dedicado y tome decisiones, pues de lo contrario, “todo esto será letra muerta”.
Víctimas cuando eran menores de edad del sacerdote pederasta Fernando Karadima, los abusados han denunciado el encubrimiento de la jerarquía eclesiástica de estos episodios, señalando en particular a Juan Barros, obispo de la diócesis de Osorno, que habría sido testigo presencial. También han acusado de tratar de ocultar lo sucedido al cardenal Francisco Javier Errázuriz, arzobispo emérito de Santiago de Chile y miembro del Consejo de Cardenales (C-9), el grupo de nueve purpurados que asesoran al Pontífice en el gobierno y la reforma de la Iglesia.
Perdón “sincero y muy solemne” de Bergoglio
Aunque no han querido decir lo que tiene que hacer el Papa, han confesado que lo tiene “muy claro”, pidiéndole eso sí que “no le tiemble la mano” con quienes ocultan los casos de pederastia. Antes de responder a las preguntas de los periodistas, los tres militantes han leído un comunicado en el que manifestaban su deseo de que la Iglesia se transforme en una “aliada y guía en el mundo” respecto a lucha frente a los abusos y pase a convertirse así en un “refugio para la víctimas”, algo que hoy “no ocurre”.
En opinión de Cruz, la petición de perdón del Papa fue “sincera y muy solemne”. Incluso le dijo que “él era parte del problema”. Durante su visita a Chile el pasado enero, Francisco apoyó al obispo Barros y dijo que las acusaciones en su contra no eran más que calumnias pues no había pruebas de ellas. Hamilton se mostró dispuesto a darle “una segunda oportunidad” a Jorge Mario Bergoglio y, como sus otros dos compañeros, se comprometió a colaborar con el Vaticano para erradicar los abusos sexuales en el clero, un problema que calificó de “epidemia”.