Una mañana nublada acompañó a los congregados en la Plaza de San Pedro para asistir, este domingo, 6 de mayo, al rezo del Regina Coeli, la oración que sustituye al ángelus en ese tiempo de Pascua, y que el papa Francisco dirige después de su comentario del Evangelio.
Puntual, a las doce del mediodía, el Papa apareció en la ventana del palacio apostólico, desde la que recordó que en este sexto domingo de Pascua, la Palabra de Dios sigue “mostrándonos estilos de vida coherentes para ser la comunidad del Señor Resucitado“, y que en el Evangelio de hoy se concreta “en la entrega de Jesús: ‘Permanece en mi amor’ “. Para eso, añadió, hay que “separarse del egoísmo y del pecado”, lo cual es “un programa exigente, pero no imposible”
Francisco invitó al numeroso público a tomar conciencia de que el amor de Cristo no es un sentimiento superficial, “sino una actitud fundamental del corazón, que se manifiesta en vivir como Él quiere” y que “se realiza en la vida cotidiana, en las actitudes, en las acciones; de lo contrario, es solo algo ilusorio”.
Amar no solo con palabras, sino con hechos
Acto seguido, Bergoglio desgranó algunos elementos para que ese amor que el Resucitado nos da “incida en los otros”, para lo cual pidió “amarlos no solo con las palabras, sino con los hechos” y ofrecer nuestra “disponibilidad para cada hermano y hermana, quienquiera que sea y en cualquier situación que sea, empezando por aquellos cercanos a mí en la familia, en la comunidad, en el trabajo, en la escuela”, lo que hará que tengamos que “salir de nuestra seguridad y escuchar”.
Un amor y entrega que, como subrayó el Papa, “no puede ser reservado a momentos excepcionales, sino ser la constante de nuestra existencia”. “Es por eso -señaló- que estamos llamados a mantener a los ancianos como un tesoro precioso y con amor, incluso si crean problemas económicos e inconvenientes. Es por eso que los enfermos, incluso en la última etapa, deben tener toda la asistencia posible. Esta es la razón por la que los niños por nacer son siempre bienvenidos; por eso, en última instancia, la vida siempre debe ser protegida y amada desde la concepción hasta su ocaso natural”.
Finalmente, Francisco apuntó que todo esto “no podemos hacerlo si no mantenemos nuestro corazón en el amor de Dios”, una labor para la cual invitó a participar en la eucaristía dominical, que “forma en nosotros el corazón de Cristo”, y con la intercesión de la Virgen María, para que nos ayude “a permanecer en el amor de Jesús y a amar a los demás, especialmente a los más débiles“.
Tras el rezo del Regina Coeli, Francisco saludó a los peregrinos congregados -entre ellos “a los provenientes de Oviedo”, dijo- e invitó a rezar por la República Centroafricana, “un país que tuve la alegría de visitar y que llevo en mi corazón, y donde en los últimos días ha habido violencia grave con numerosos muertos y heridos, incluido un sacerdote. A través de la intercesión de la Virgen María, el Señor ayuda a todos a decir no a la violencia y la venganza, a construir la paz juntos”.