Los prelados llegan a Roma respondiendo al llamado del papa Francisco mientras aumentan las especulaciones respecto a los resultados de ese encuentro
Poco a poco van desembarcando en Roma los casi 40 obispos chilenos para reunirse con el papa Francisco, respondiendo a su convocatoria, desde el lunes 14 al jueves 17. Se les ha comunicado que pueden programar su regreso para después del mediodía del jueves. No son solo los residenciales y auxiliares, sino también están convocados los eméritos: Manuel Donoso y Juan Luis Ysern han confirmado su participación. Se especula que también acudirían los cardenales Jorge Medina y Francisco Javier Errázuriz.
Se ha sabido que unos pocos obispos han preparado una presentación para exponer al Papa. También se había anunciado la preparación de un documento colectivo que no ha sido confirmado.Esta inédita situación ha llamado la atención de los católicos y de la población chilena en general. Los medios intentan aportar información, con poco éxito. Más impacto han tenido los comentarios en columnas de opinión, en varios casos a cargo de sacerdotes y laicos católicos destacados.
Es el caso de las expresiones formuladas por Benito Baranda, laico muy cercano a la Compañía de Jesús, fue director del Hogar de Cristo por muchos años y en la reciente visita del Papa, en enero pasado, fue delegado del Gobierno designado por la presidenta Michelle Bachelet. Refiriéndose a varios hechos que podrían estar en el origen de esta insólita decisión del papa Francisco ha dicho que “me queda la impresión de que nuestras máximas autoridades eclesiásticas no vieron lo que muchos veíamos y que aún no tienen conciencia de su responsabilidad”.
“Sin conciencia de responsabilidad sobre la situación actual por parte del arzobispo y de algunos otros del episcopado chileno, es imposible cambiar. El ‘estado de oración’ que se ha mencionado implica deponer la soberbia, realizar una profunda introspección, darse cuenta del daño provocado y asumir personalmente los costos de haberlo hecho tan mal”, acusa. “No nos sigamos engañando: no son los denunciantes del ‘caso Karadima’ quienes han afectado la imagen y confianza de la Iglesia, como nos han querido hacer creer ambos arzobispos (Errázuriz y Ezzati), muy por el contrario, es gracias justamente a ellos que hoy podemos tener la oportunidad de revertir lo que nos está ocurriendo”, expresó.
Hay dos preguntas reiteradas en las opiniones de la prensa: ¿Quién falló en la entrega de información al Papa que él denunció en su carta a los obispos de Chile? ¿Y qué sucederá en el arzobispado de Santiago? Para la primera pregunta muchos apuntan al nuncio Ivo Scapolo a quien asocian en Roma con Ángelo Sodano que fuera nuncio en Chile y luego secretario de Estado en el Vaticano.
La segunda pregunta tiene distintas respuestas condicionadas a la magnitud de la intervención que quiera hacer el Papa en la iglesia chilena. Se menciona que podrían dejar sus diócesis los actuales 4 obispos discípulos de Karadima y algunos suman a ellos los 4 obispos que han pasado los 75 años. El arzobispado de Santiago, por su magnitud, podría requerir un trato especial. Para suceder a Ezzati aparecen los nombres del arzobispo de La Serena, René Rebolledo; y del actual presidente de la Conferencia Episcopal, obispo castrense, Santiago Silva. También algunos indican al arzobispo de Concepción, Fernando Chomalí, aunque reconocen que tiene poco apoyo.
A medida que se aproxima la fecha del encuentro parece aumentar la tensión y el clima expectante entre los católicos y en los ambientes eclesiales. Una opinión que expresa esa actitud de espera tuvo James Hamilton, uno de los denunciantes y víctima de Fernando Karadima que fue recibido por Francisco hace pocos días, quien expresó a T13 Radio: “Por ahora quiero estar expectante y observando en silencio, viendo como se viene la mano y qué ocurre”. “Cuando esas cosas ocurran, agregó, ya que algo va a ocurrir indudablemente, porque ya ocurrió algo muy importante que fue que el Papa reconoció un error (…) es un avance enorme que contribuye a la sociedad”.