Bajo el lema ‘100 años moviendo corazones’, el auditorio madrileño del Banco Sabadell acogió la celebración del centenario de la revista 21, editada por la Congregación de los Sagrados Corazones, un acto que estuvo presidido por el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, y en el que se entregó el III Premio Damián de Molokai a Julián del Olmo, director del programa Pueblo de Dios (TVE).
“La fuerza de la centuria nos lanza al futuro. Hoy me atrevería a pedirle al cielo algo: vamos a por otro siglo”, expresó ilusionado el director de la publicación, Fernando Cordero, que señaló cómo 21 se siente “en profunda comunión con la Iglesia en salida, una Iglesia de puertas abiertas”. Sus palabras fueron el punto de partida de una mesa redonda que buscó analizar el desafío de comunicar la Buena Noticia en tiempos del papa Francisco.
Custodio, pero no propietario
Moderada por la periodista María Ángeles Fernández, obispos, sacerdotes, religiosos y laicos analizaron los retos que se presentan hoy a los informadores y a la Iglesia. Así, el cardenal arzobispo emérito de Sevilla, Carlos Amigo, se refirió al mensaje del Papa para la Jornada de las Comunicaciones Sociales, para subrayar la importancia que les da Francisco a los periodistas, en tanto que “se acerca al buen oficio del comunicador presentándole como custodio y no propietario de las noticias”. Así, Amigo llamó a los comunicadores a trabajar con objetividad y profesionalidad.
Para Juan Díaz-Bernardo, director del área socio-religiosa de Trece, urge comunicar con autenticidad, pero, sobre todo, con una actitud profética, “abierto a la denuncia, pero capaz de abrir las puertas a la esperanza”.
El director del portal Religión Digital, José Manuel Vidal, se dirigió al Episcopado para solicitarles que “se reformateen en modo Francisco y modo Concilio”. Para ello, les recomendó pasar “de la arrogancia a la ternura, dejar de pontificar, abandonando el tonillo clerical, y no dar respuestas a preguntas que nadie se hace”.
Los pobres como garantes
El secretario general de Confer, Jesús Miguel Zamora, planteó cómo, “desde la trastienda de las comunidades religiosas, hay que habilitar espacios de apertura con los jóvenes”, una propuesta que exige “estar presentes, cercanos y ofrecer coherencia en el testimonio”. Así, propuso a los últimos como los mejores catalizadores para comprobar que la Iglesia comunica el Evangelio : “Los pobres son los garantes de que nuestro mensaje no se tergiverse”.
El redactor jefe de programas de Cope, Faustino Catalina, se fijó en el modelo de periodismo de 21 para reivindicar la necesidad de “estar en la frontera, con las dificultades que esto ha presentado en cada momento”. Además, invitó a adaptar el lenguaje eclesiástico al lenguaje coloquial de la gente, así como “dar prioridad al mundo de los jóvenes, el más alejado de la Iglesia y de sus instituciones, haciéndolo con sus códigos”.
Fiel a la cultura del encuentro
Cerró el turno de intervenciones el arzobispo castrense, Juan del Río, que también presentó la publicación de los Sagrados Corazones como modelo a seguir, por ser “fiel a la cultura del encuentro, porque no demoniza la cultura actual; como el padre Damián, que se encarnó en la cultura actual buscando la semilla del Reino”. Asimismo, defendió la necesidad de manifestar con claridad el hecho religioso, en tanto que “no puede ser arrinconado como segundo ejercicio del periodismo. Es tan digno como el periodismo deportivo, porque ahí está el hombre”.
Para concluir el acto, el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, instó a los comunicadores a conjugar tres verbos que encarna el papa Francisco: decir, vivir y hacer. “Pero antes hay que hacer un ejercicio: escuchar. He estado dos días en Roma, en la Secretaría del Sínodo, y he podido comprobar la capacidad de escucha que tiene el Papa”.