“Pide la gracia del humor”. Es el reto que lanzó el Papa Francisco en la Ciudadela Internacional del Movimiento de los Focolares. Tras visitar Nomadelfia, el Papa se dirigió en helicóptero a Loppiano, ciudad de la provincia de Florencia, donde esta realidad eclesial fundada por Chiara Lubich tiene uno de sus principales centros de operaciones. Francisco estuvo acompañado en este encuentro, entre otros, por la presidenta de los focolares, Maria Voce, así como por el arzobispo de Florencia, Giuseppe Betori, y acudió, como cientos de peregrinos cada día, a rezar al Santuario de Maria Theotokos.
“Esta pequeña ciudad nació del Evangelio y del Evangelio quiere alimentarse a sí misma”, explicó en un saludo de acogida que subrayó el empeño de Lubich por “rastrear la misión de la Iglesia en el Concilio Vaticano II”.
Ante la dificultad
Tras estas primeras palabras, el Papa estableció un diálogo con tres de los participantes y fue ahí cuando regaló a los focolares un consejo ante las crisis: “Vivid con tenacidad, serenidad, positivismo, fantasía… e incluso con un poco de humor, incluso en los momentos más difíciles”. Este fue el punto de partida para contar una anécdota personal: “Conocí a un santo sacerdote que estaba hasta arriba de trabajo, pero nunca paró de sonreír”.
Junto a la alegría, el Papa encomendó al movimiento trabajar por fomentar la proximidad: “No se puede ser cristiano sin estar al lado del otro, esa cercanía de Dios”. Por último puso a la comunidad de Loppiano como ejemplo de “experiencia de caminar juntos, con un estilo sinodal, como pueblo de Dios”, por lo que les invitó a ser “una ciudad en salida”.
