El Papa visita Nomadelfia, el pueblo que vive como los primeros cristianos

  • Francisco elogia la vida de esta comunidad italiana como “realidad profética” que plantea “una nueva civilización”
  • Su fundador fue apartado por lo rompedor de su propuesta, pero Juan XXIII lo rehabilitó como sacerdote

El Papa visita la comunidad de Nomadelfia

Nomadelfia en griego significa “la ley de la fraternidad”. Se trata de un pueblo situado en la Toscana y quienes allí viven, buscan volver a los inicios del cristianismo. No se imaginen un pueblo amish, reaccionarios a los signos de los tiempos. Aunque hay quien los compara a los ´kibbutz” de Israel. Y es que en esta localidad no se utiliza el dinero, los apellidos están prohibidos y cuentan con su propio sistema educativo.

Hoy han recibido la visita del Papa Francisco, que les ha felicitado por ser “una realidad profética” al plantear “una nueva civilización, actuando el Evangelio como forma de vida buena y bella”. Primera escala de un viaje exprés de Bergoglio que le llevaría después a Loppiano, donde se encuentra la Ciudadela Internacional del Movimiento de los Focolares.

Todo un signo de apoyo, en tanto que durante un tiempo su fundador, Zeno Saltini, estuvo apartado por la Iglesia debido a lo rompedor del proyecto. Sin embargo, Juan XXIII lo rehabilitó como sacerdote y ya Juan Pablo II visitaría Nomadelfia en 1989.

El terreno de la siembra

“Vuestro fundador sabía cuándo era el momento adecuado para preparar el terreno para la siembra. Sabía que nadie pone mano en el arado y mira para atrás, lo repetía tal vez pensando en las dificultades que encontraba en el encarnar en lo cotidiano la fuerza renovadora del Evangelio”, admitió el Papa.

“Continúen en este camino, encarnando el modelo del amor fraterno, a través de obras y signos visibles, en los múltiples contextos donde la caridad evangélica los llama”, les alentó el Papa, recordando la figura de Saltini, que quiso que esta comunidad fuera siempre “ligera y esencial en sus estructuras”. Perteneciente a la diócesis de Grosseto,  es además una casa de puertas abierta que acoge a menores huérfanos y a ancianos abandonados.

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