La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) dio a conocer al Pueblo de Dios su Proyecto Global de Pastoral 2031-2033 (PGP), que lleva como título ‘Hacia el encuentro de Jesucristo redentor y bajo la mirada amorosa de Santa María de Guadalupe’.
En conferencia de prensa, en el marco de la solemnidad de la Ascención del Señor, el secretario General de la CEM, Alfonso Miranda Guardiola, y el obispo auxiliar de la Diócesis de Zamora, Jaime Calderón, destacaron, en primer lugar, que el año 2033 será de gran júbilo ya que se celebrarán dos mil años de la muerte y resurrección de Jesucristo, una oportunidad sin igual “para anunciar este acontecimiento a todo creyente y a todo hombre y mujer de buena voluntad, para que todos tengamos vida para siempre”.
Los obispos mexicanos parten del hecho de que “la redención que Dios ha obrado por la muerte y resurrección de Cristo, no ha perdido novedad con el paso del tiempo, ni su significado ha quedado anclado al pasado; por el contrario –dicen– su valor es presente y eficazmente operante en la fe y por la fe”.
El proyecto –que les fue solicitado por el propio papa Francisco durante su visita a México en febrero del 2016– también responde a que próximamente se celebrará medio milenio de un peculiar acontecimiento para la nación mexicana, “pues apenas pocos años después de la llegada del Evangelio a estas tierras, en el año de 1531, santa María de Guadalupe hizo resonar en sus palabras, la bondad y la novedad del anuncio cristiano”.
Colegialidad y comunión eclesial
“Con audacia profética y de modo crítico”, con el PGP los Obispos de México quieren ofrecer una luz que pueda ayudar a responder a la pregunta fundamental que interpela a la comunidad católica: ¿Qué significa celebrar en la fe, aquí en México, y ahora, después de dos milenios de la redención de Cristo y medio milenio del acontecimiento guadalupano?
En primer lugar –indicaron– el PGP se propone como una forma eficaz de hacer operativas las estructuras e instancias eclesiales, ya que éste “quiere ser una expresión de la unidad y la colegialidad entre los obispos. Queremos vibrar siempre en los dos principios teológicos que lo han animado: la colegialidad y la comunión de las Iglesias al interno de la Conferencia Episcopal en el ánimo en que san Juan Pablo II lo pedía a la Iglesia”.
Se trata de un proyecto en el que los obispos han querido involucrar en todas las fases de la elaboración y ejecución a los fieles laicos, a los consagrados y consagradas, a los diáconos y a todos los presbíteros de nuestra amada nación, y de ningún modo pretende “atropellar, suplantar o nulificar lo que cada diócesis hace”; al contrario, lo que se busca es proporcionar criterios que faciliten la eficacia de tales tareas, mediante un ejercicio pastoral más coordinado.
Explicaron que el PGP ha sido estructurado en tres grandes partes, siguiendo una metodología propia del ejercicio pastoral latinoamericano.
Con mirada de pastor
La primera parte del documento reflexiona sobre la realidad como pueblo redimido por Jesucristo y amado por Santa María de Guadalupe. “Hemos querido, como discípulos misioneros de Jesucristo, mirar y hacer nuestra esta realidad del pueblo al que servimos: escuchando los clamores de nuestros hermanos, en la experiencia que nos da el trabajo de cada día como pastores, ayudados por la mirada del Magisterio de la Iglesia Universal y Latinoamericana”.
Esta mirada a la realidad –continúan– “no ha sido la de los especialistas, sino la del pastor que quiere verla y aproximarse a ella con los ojos de Dios. Al acercarnos fuimos advirtiendo y poniendo de relieve los diversos y complejos fenómenos que se están asentando, así como las manifestaciones de estas profundas transformaciones que se observan en este cambio de época, y fuimos tratando de comprender cuáles podrían ser sus posibles causas, sus alcances, la manera como está modificando y afectando, o también fortaleciendo, la vida de las personas y de la sociedad, y que contradicen o fortalecen la dignidad de la persona y los valores del Evangelio”.
Una respuesta al cambio de época
En relación con la segunda parte del documento, los obispos explicaron que se enfocaron “a precisar y responder al núcleo problemático que aglutinó toda la realidad, expresado en lo que denominaron un problema antropológico-cultural”:
Apuntan: “La humanidad vive en este momento un verdadero y profundo cambio de época, un extraordinario giro histórico que se percibe en todos los campos de la vida humana, arrastrado por un desarrollo científico, innovaciones tecnológicas sorprendentes y sus veloces aplicaciones en distintos campos de la naturaleza y de la vida, pero nos preocupa el arribo de esta nueva cultura que desdibuja y mutila la figura humana, y es aquí donde se encuentra el corazón de esta profunda transformación que se está dando y lo que nosotros identificamos como el núcleo cultural fundamental: ¡la negación de la primacía del ser humano!”.
Conversión y compromisos pastorales
En la tercera parte del PGP se describe lo que es el desafío fundamental: “Dios nos está llamando a generar esperanza y a fortalecer y reconstruir una vida humana más plena para todos sus hijos, especialmente los descartados por estos nuevos fenómenos, una vida que refleje en cada persona a Cristo el hombre perfecto y se manifieste en condiciones dignas para cada uno.
Esta tarea –reconocen– exige un profundo proceso de conversión, y nosotros, los obispos, somos los primeros que debemos dar ejemplo de ella (…) Creemos que es aquí y ahora donde obispos, presbíteros, diáconos, consagrados, consagradas y fieles laicos, valorando nuestra dignidad común, junto a otros hermanos que desde otras trincheras trabajan por este noble empeño, el buen Dios nos pide concretizar nuestras respuestas”.
En esta parte los obispos también presentan seis opciones y compromisos pastorales para acompañar y afrontar estos momentos cruciales de nuestro país y de la humanidad. Las opciones que sugirieron son: por una Iglesia que anuncia y construye la dignidad humana; por una Iglesia comprometida con la paz y las causas sociales; por una Iglesia Pueblo; por una Iglesia misionera y evangelizadora; por una Iglesia compasiva y testigo de la Redención; por una Iglesia que comparte con los adolescentes y jóvenes, la tarea de hacer un país lleno de esperanza, alegría y vida plena.
Los pastores encomiendan el PGP 2031-2033 “a la acción amorosa del Padre Bueno, de Jesucristo Redentor y del Espíritu santificador, y bajo la mirada de ternura de Santa María de Guadalupe”.