Hoy 17 de mayo por la mañana ha tenido lugar en Roma la presentación del documento ‘Oeconomicae et pecuniariae quaestiones: Consideraciones para un discernimiento ético sobre algunos aspectos del actual sistema económico y financiero’. Este tiene la particularidad de que ha sido elaborado por dos dicasterios de la Curia, el de Servicio al Desarrollo Humano Integral y la Congregación para la Doctrina de la Fe. Los prefectos de ambos órganos, el cardenal Peter Appiah Turkson y el arzobispo Luis Francisco Ladaria respectivamente, han sido los encargados de presentar la publicación ante los medios.
Turkson ha sido el primero en intervenir, y lo ha hecho breve y claramente, explicando que el documento es “una invitación a la regulación de productos financieros que propone administrar los bienes comunes de manera que respondan a las necesidades de todos“. La prosperidad es algo que se entiende por todos como un bien común, y por tanto facilita el camino hacia una “vida plena”, lo que sin duda Dios desea para todos los hombres.
Por otra parte, Ladaria ha resaltado la función de Doctrina de la Fe dentro de un tema como la economía, que no es otra que ayudarla a “orientarse sobre la base de una ética adecuada”, ya que este dicasterio es el que se encarga, entre otras cosas, de cuestiones morales.
Tras esto, ha repasado la causa principal de la redacción de este escrito, y su contenido: “El bien auténtico ha sido superado por lo que resulta útil al más fuerte, que se ha convertido en el verdadero factor dominante en las relaciones económico-sociales”. Esta coyuntura actual es lo que ha estimulado a los dos Dicasterios a “reiterar algunas evidencias antropológicas elementales, de las que se siguen diversas consideraciones que ayudan a un discernimiento ético en el complejo ámbito del mundo económico-financiero“. Consideraciones que son necesarias “si no queremos derivar hacia un colapso social a nivel mundial”.
La economía debe estar al servicio del hombre
Ladaria ha evocado la figura de san Mateo, quien era recaudador de impuestos –algo muy mal visto entre sus coetáneos– pero al convertirse en discípulo de Jesús se hace “dispensador de una riqueza que no solo es material y que se dirige a todos los hombres”. Esto convierte al Apóstol en protector de aquellos oficios relacionados directamente con el manejo de dinero y ejemplo para toda la cristiandad en buscar el bien común a todos los niveles, pecuniario y espiritual.
“El documento explica que el amor al bien integral del hombre es la llave del auténtico desarrollo –ha proseguido el Prefecto–. Sin una adecuada visión del hombre no es posible fundar una ética o una práctica a la altura de su dignidad”, particularmente en lo que a asuntos económicos se refiere. Así, el documento recuerda que el hombre posee una racionalidad que busca un bienestar integral, “no reducible simplemente a una lógica de consumo”.
Por todo esto, los sistemas económicos “legitiman su existencia no solamente mediante el aumento cuantitativo del comercio, sino, sobre todo, en su capacidad de desarrollar a todos y cada uno de los seres humanos”, ha concluido.