A los 88 años, en la madrugada de este viernes 18 de mayo ha fallecido en Roma el cardenal Darío Castrillón Hoyos. Así lo informó la Conferencia Episcopal Colombiana (CEC) uniéndose “en oración por el eterno descanso de su hermano obispo”.
“Conocí al cardenal Castrillón en Holanda y luego compartimos en El Vaticano”, comentó el Nuncio Apostólico de Colombia, Ettore Balestrero, en declaraciones al canal Cristovisión, cuando a penas habían transcurrido dos horas del deceso del purpurado colombiano.
Para el Nuncio no deja de ser significativo el hecho de que la Pascua del antiguo prefecto de la Congregación para el Clero y presidente emérito de la Pontificia Comisión ‘Ecclesia Dei’, coincidiera con el mismo día del nacimiento de san Juan Pablo II, quien le confió estas y otras responsabilidades durante su pontificado y lo creó cardenal el 21 de febrero de 1998.
“Eran muy amigos, él lo quería mucho”, dijo Balestrero, recordando también el carácter fuerte y la capacidad de autocrítica del cardenal: “sabía pedir perdón cuando se equivocaba, y lo hacía de corazón, con humildad y sinceridad”, aseguró, sin dejar de subrayar su profundo sentido de pertenencia a la Iglesia colombiana y latinoamericana.
Y es que entre 1983 y 1987, Castrillón Hoyos, siendo obispo de Pereira –desde 1976– asumió la secretaría general del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) y, posteriormente, la presidencia del mismo organismo de animación de la Iglesia, a nivel continental, durante el cuatrienio 1987-1991, sucediendo, en ambas ocasiones al cardenal argentino Antonio Quarracino, en ese tiempo, obispo de Avellaneda.
En 1992, durante la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, en Santo Domingo, desempeñó un importante papel. Ese mismo año, san Juan Pablo II lo nombró arzobispo de Bucaramanga, de donde saldría en 1996 hacia Roma, para acompañar al pontífice polaco en la Congregación para el Clero.
Con una densa hoja de vida académica, que incluye un doctorado en derecho canónico, en la Pontificia Universidad Gregoriana, y dos doctorados “honoris causa” en humanidades, en la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico y la Universidad Mater et Magistra de Santo Domingo, Castrillón se perfiló, tempranamente, como uno de los referentes de la Iglesia católica colombiana.
Natural de Medellín (1929), desde su ordenación sacerdotal en 1952 en la diócesis de Santa Rosa de Osos, sobresalió por su liderazgo en los Cursillos de Cristiandad, en el Curso Nacional de Pastoral, en la Acción Cultural Popular, en la curia diocesana, en la dirección diocesana de catequesis y en la secretaría general del espiscopado. De igual forma, ejerció la docencia en la Universidad Libre de Bogotá, como profesor de derecho canónico.
No es extraño, por tanto, que entre los vaticanistas su nombre hubiera estado entre los ‘papables’ del cónclave que eligió a Benedicto XVI como sucesor de san Juan Pablo II. Aún más, muchos lo han nominado como uno de los prelados colombianos más representativos e influyentes en el Vaticano.
La Iglesia colombiana eleva sus plegarias por el eterno descanso del cardenal Castrillón. “Que Cristo Resucitado acoja en el reino eterno a quien sirvió generosamente como pastor del pueblo de Dios”, ha dicho el presidente de la CEC, Óscar Urbina Ortega, arzobispo de Villavicencio.