No cesa el drama para los rohingya, la minoría étnica y religiosa (musulmanes en un país budista) que tuvo que huir desde Birmania hasta Bangladesh tras sufrir una fuerte persecución meses atrás. Y es que, aunque fueron los menos los que permanecieron en tierra birmana, en los últimos meses están sufriendo nuevos episodios de hostigamiento.
Así lo denuncia la web francesa Eglises d’Asie, que informa sobre cómo, “desde principios de abril, hay nuevos enfrentamientos entre el ejército birmano y los rebeldes del Ejército para la Independencia de Kachin (KIA) y el ta’ang Ejército de Liberación Nacional (ARND), en el estado de Kachin y Shan, en el norte del país”.
La crisis ha provocado que más de ocho mil personas hayan tenido que huir de sus hogares. Pero no han quedado en la intemperie. En Kachin, una región mayoritariamente cristiana (más del 90% de la población lo es), las comunidades locales están acogiendo a los desplazados rohingya en las iglesias de la zona.
En declaraciones al medio galo, el sacerdote Pierre Hka Awng tu, párroco de la catedral de St. Columban, en Myitkyiana, cuenta que han acogido en el templo a más de 600 personas provenienytes de Ingyanyang, localidad duramente castigada por los militares. Además, detalla el pastor, “casi 2.000 personas más ya han encontrado refugio en las iglesias de Myitkyina, Tanai, Tangphre y Namti. Y otras 200 han podido ser atendidas en un campamento de desplazados internos dirigido por la Iglesia en Waimaw, cerca de Myitkyina”.
Como recalca Awng Tu, “la Iglesia ha pedido permiso a los militares para recibir a los refugiados”, lo que evitaría un conflicto que acabara perjudicando también a los cristianos. Con todo, “la situación es preocupante. Debido al ataque militar en varias aldeas en Kachin, cada vez más personas huyen de sus hogares”.
Los cristianos están multiplicando sus esfuerzos con el fin de poder ayudar a todas los afectados. Así, una situación especialmente preocupante es la que vivían, desde el 11 de abril, más de 600 personas que habían quedado atrapadas en la jungla, cerca de Tanai, una región minera rica en oro. “La semana pasada –se congratula el sacerdote– pudieron llegar a las aldeas vecinas con la ayuda de varios grupos de la Iglesia”.
Lo cierto es que las comunidades de Kachin y la vecina Shan tienen (desgraciadamente) una experiencia en lo referente a esta crisis humanitaria. Y es que, desde 2011, más de 100.000 personas han sido desplazadas en ambos estados. Por el último episodio, desde abril, ya son 8.000 las personas que han debido dejar atrás sus hogares.
Después de seis meses de éxodo para dos millones de rohingya en Bangladesh y grandes dificultades para los miles que aún permanecen en Birmania, la comunidad internacional apenas ofrece soluciones concretas para aliviar la situación de estas personas. Un hueco que, como contamos recientemente en Vida Nueva, el mismo papa Francisco tratará de llenar con una cumbre internacional organizada en octubre en el Vaticano para reflexionar sobre el fenómeno.
Como confirma el cardenal birmano Charles Bo, se visibilizará la necesidad de “estos dos millones de refugiados sin patria” y se llamará al diálogo entre Birmania y Bangldesh, pues ambos países, “por sí solos, no pueden resolver esta situación”.