Vaticano

Aquilino Bocos: la cabeza, el corazón y la voz de los religiosos





El padre Aquilino Bocos se quita importancia. Siempre. El misionero claretiano se echa a un lado en los eventos multitudinarios eclesiales. Como si no tuviera nada que decir. Cuando lo ha aportado casi todo en la traducción del Concilio Vaticano II en el ser y hacer de la vida religiosa y, por tanto, para toda la Iglesia.

Conoce a fondo la realidad de los institutos de Vida Consagrada a pie de obra. Y con mirada universal. No solo como superior provincial de los claretianos o como presidente de la FERE, sino como superior general de su congregación de 1991 y 2003.

Eso, sin contar su labor al frente de la Revista Vida Religiosa y su indispensable papel en la fundación del Instituto de Vida Religiosa, del que fue ocho años subdirector, amén de los tres años que fue director de la Escuela de Formación Teológico-Catequética Regima Apostolorum. Todo es contacto con las inquietudes, problemas y anhelos de los religiosos, los ha sabido encauzar como voz profética a través de sus ponencias, retiros y escritos.

Referente en la Vida Religiosa

El cardenalato le llega a este vallisoletano de Canillas de Esgueva con 80 años recién cumplidos. En un tiempo de gracia, como le ha sucedido a Fernando Sebastián. Ni uno ni otro podrán votar en el próximo cónclave. Es lo de menos. Si Francisco ha puesto una birreta en sus manos es precisamente para quienes le situaban en una segunda fila de la reflexión teológica, le tengan en cuenta a la hora de pensar y repensar en el presente y futuro de la Iglesia.

Pero sobre todo, supone un espaldarazo para todos aquellos que le han tenido como referente a la hora de pensar y repensar el papel de los religiosos y las religiosas en la comunidad cristina y en medio del mundo a la luz del Evangelio. En especial, para los claretianos, referentes en la formación de tantas familias carismáticas que ahora ven reforzada de nuevo su apuesta. 

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