Aprovechando la solemnidad de Pentecostés, Francisco aprovechó las palabras que dirige a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro para hablarles sobre la Santidad, “fruto por excelencia del Espíritu Santo”. Recordando la exhortación apostólica ‘Gaudete et exultate‘ afirmó que “el Espíritu Santo derrama santidad en todas partes sobre el santo y fiel pueblo de Dios”. Con la advertencia de que la santidad y la salvación no es individual sino que para hacerla comunitaria Dios “quiso constituir un pueblo de hombres y mujeres, a los que reconociera en la verdad y a los que sirviera en la santidad”.
Recordó la historia de los profetas, que cuyo camino terminó en Jesucristo, donde se cumplen todas las profecías. Por eso invitó a los creyentes a abrirse a Espíritu y “dejarse guiar por Él”, lo que nos permitirá “emprender el camino de la santidad, que consiste en vivir de una manera digna de Dios y que nos hace experimentar una alegría plena”.
Francisco compartió que se unió “espiritualmente” a la vigilia de oración por la paz que celebraron juntos cristianos, hebreos y musulmanes en la ciudad santa, para las tres religiones, de Jerusalén, confirmando que “seguimos invocando al Espíritu Santo para que suscite la voluntad y los gestos de diálogo y reconciliación en Tierra Santa y en todo Oriente Medio“.
También tuvo Bergoglio un recuerdo para “mi amada Venezuela”, y pidiendo la ayuda del Espíritu Santo, exigió que “todos deben trabajar para encontrar soluciones justas, eficaces y pacíficas a la grave crisis humanitaria, política, económica y social que está poniendo a prueba a las personas, evitando la tentación de recurrir a cualquier tipo de violencia”. Y animó tanto a dirigentes como a todo el pueblo venezolano a que garanticen “el respeto por la vida y la integridad de todas las personas”. Teniendo en especial recuerdo a los encarcelados, después de la petición de apoyo de los presos políticos del país americano.
Para finalizar, Francisco anunció un nuevo consistorio cardenalicio con el nombramiento de nuevos cardenales, de todo el orbe católico, del que destacan los españoles Luis Ladaria, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe, y el misionero claretiano Aquilino Bocos.