Vaticano

“La Iglesia es siempre una veinteañera”, recuerda Francisco en la misa de Pentecostés

  • El Papa preside la ceremonia en la solemnidad de la venida del Espíritu Santo en la basílica de San Pedro
  • “Que el Espíritu cambie los corazones y los acontecimientos y conceda paz a Tierra Santa”, ha afirmado





Como un viento impetuoso “que transforma la realidad”, así ha comparado Francisco, en la homilía que ha compartido en italiano, al Espíritu que llega en Pentecostés y que “cambia el mundo”. Porque, tomando como referencia la Secuencia del Espíritu, que se reza hoy 20 de mayo, solemnidad de Pentecostés, se puede afirmar que “Él entra en las situaciones y las transforma, cambia los corazones y cambia los acontecimientos”.

Esta es la propuesta que el Papa ha realizado el la celebración que se ha llevado a cabo en el interior de la Basílica de San Pedro. “El Espíritu libera corazones cerrados por el miedo”, “a quien se conforma con medias tintas le ofrece ímpetus de entrega”, “ensancha los corazones estrechos”, “hace caminar al que se cree que ya ha llegado”, “hace soñar al que cae en tibieza”; como un nuevo listado de los dones del Espíritu, Francisco ha nombrado la transformación que puede ofrecer quien es conmovido por el viento bueno.

Aunque del mismo modo ha advertido que “el cambio del Espíritu es diferente” no como muchos otros que ofrecen “renovaciones portentosas”. Porque el Espíritu “no revoluciona la vida de nuestro alrededor, pero cambia nuestro corazón; no nos libera de repente de los problemas, pero nos hace libres para afrontarlos; no nos da todo inmediatamente, sino que nos hace caminar con confianza, haciendo que no nos cansemos jamás de la vida”.

Paz en Tierra Santa

El libro de los Hechos de los Apóstoles, “un libro que tenemos que conocer, donde el protagonista es el Espíritu”, fue el leitmotiv de la siguiente parte de la homilía en la que, recordando el pasaje en el que el diácono Felipe es enviado por el Espíritu por un camino desierto de Jerusalén a Gaza, Francisco tuvo un momento para acordarse de los que están sufriendo en esta parte del mundo. Refiriéndose específicamente a Gaza continuó: “Cómo suena doloroso hoy este nombre. Que el Espíritu cambie los corazones y los acontecimientos y conceda paz a Tierra Santa”.

Trayendo un mensaje de esperanza a las comunidades cristianas que atraviesan “periodos de flojedad”, que calificó como “una mala señal”, quiso afirmar que “a menudo, precisamente en los periodos más oscuros, el Espíritu ha suscitado la santidad más novedosa“. Porque sintiendo que el propio Espíritu es el “alma de la Iglesia”, que “lleva una alegría que renueva la vida”, así recordó que gracias al Espíritu, la Iglesia, “a pesar de sus siglos de historia, es siempre una veinteañera, la esposa joven de la que el Señor está apasionadamente enamorado”.

Para concluir pidió que, como el Espíritu, seamos capaces de decir “palabras de vida y alentarnos” unos a otros. También pidió que el viento sople sobre el mundo “el calor suave de la paz que restaura la esperanza”.

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