El papa Francisco inauguró con su discurso, en la tarde de ayer, la 71° Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Italiana, que se desarrolla del 21 al 24 de mayo en el Aula del Sínodo –sobre la que el Papa comenzó bromeando recordando que está en suelo italiano cuando no está el pontífice en ella–. La reunión de los obispos está dedicada, en esta ocasión, analizar el modelo de Iglesia que requiere el actual contexto comunicativo.
El pontífice quiso compartir con los prelados italianos tres de sus grandes preocupaciones: las vocaciones, la trasparencia fruto de la vivencia de la pobreza evangélica y la colaboración entre los obispos y las diócesis. Además se encomendó a Santa María, Madre de la Iglesia –cuya memoria se celebra por primera vez en este lunes de Pentecostés– y deseó que la asamblea se convierta en “un momento de diálogo y reflexión”.
Francisco denunció la “hemorragia” de vocaciones que se vive en toda Europa. El Papa apuntó que el fenómeno es el “fruto envenenado de la cultura de lo provisional, del relativismo y del culto del dinero”. El pontífice se lamentó del problema de natalidad y denunció “los escándalos y los testimonios tibios” como elementos que acentúan la sequía vocacional.
Para Bergoglio, en este problema “es nuestra paternidad lo que está en juego”. Como método, invitó a compartir entre las distintas diócesis el “fidei donum” (don de la fe), una “bonita creatividad” para reforzar en toda la comunidad cristiana el el “sensus ecclesiae” (sentido de Iglesia) y el “sensus fidei” (sentido de fe). El Papa presentó este intercambio señalando que mientras que las diócesis del norte de Italia apenas tienen nuevas vocaciones, en las del sur hay candidatos al seminario.
Citando las constituciones de los jesuitas, el Papa señaló que “la pobreza es madre y muro de la vida apostólica. Madre porque la hace nacer y muro porque la protege”. Para el pontífice, “sin pobreza no hay celo apostólico, vida de servicio a los demás”. Por ello interpeló a los prelados señalando que “quien cree no puede hablar de pobreza y vivir como un faraón”. Y, aún más, denunció que “es escandaloso tratar el dinero sin transparencia o gestionar los bienes de la Iglesia como si fueran personales”.
Francisco recordó que “tenemos el deber de gestionar con reglas claras y comunes”, para lo que invitó a hacer “pequeños gestos, pero importantes”, a la vez que se felicitó por todo lo que la Conferencia Episcopal ha hecho por la trasparencia. Al mismo tiempo, pidió que no se detenga ese ritmo.
Un elemento clave que siempre está sobre la mesa de los obispos italianos es la reestructuración del mapa que configuran las 214 diócesis del país. Para el Papa, el asunto “no es fácil, y menos en este tiempo” pero ha resaltado que la atención pastoral reclama dar pasos.
Citando a Pablo VI señaló que es necesario “retocar los límites de algunas diócesis” y “crear circunscripciones con territorios, habitantes, clero y obras suficientes para una organización diocesana verdaderamente funcional”. “Un argumento que es antiguo y actual”, y que “es hora de concluir lo antes posible”, sentenció.
Una de las anécdotas de la jornada se produjo tras la intervención del Papa, cuando este pidió un paraguas y decidió ir solo caminando hasta Santa Marta.