El Premio Nacional de Derechos Humanos asegura que una gran parte de la educación hoy tiene que ver con las relaciones familiares y amistosas, con el contexto cultural en el que se vive y con las dinámicas de trabajo
“Hasta ahora, la educación ha sido de conocimientos, de capacidades individuales, y ha sido el Estado el que se ha hecho cargo de ello. Pero actualmente nuestra nación necesita de una ciudadanía fuerte, y en este sentido, la escuela tiene la gran oportunidad de ser un espacio cualitativo en el que se procesen ánimos y capacidades de largo plazo”.
Así piensa el maestro Miguel Álvarez Gándara, premio Nacional de Derechos Humanos 2017, quien el próximo 26 de mayo impartirá la conferencia magistral “El papel social de la escuela ante el mundo actual”, en el Centro Universitario México (CUM) –en la capital del país– en el marco del foro de reflexión y análisis “Enfoques educativos, una perspectiva social” .
El también presidente y fundador de Servicios y Asesoría para la Paz (Serapaz) considera que hoy más que nunca la escuela tiene el reto de ser un espacio para preparar buenos actores sociales, con un renovado sentido formador no sólo en términos de conocimiento, sino de proyecto de vida, de visión, de capacidades, de ánimos, de actitudes y de valores para actuar en diferentes escenarios.
En entrevista para Vida Nueva, Álvarez Gándara asegura que para alcanzar estos objetivos, el aula debe abrirse y preparar la acción fuera de la misma: “Hoy la escuela está retada a ser un espacio cualitativo, pero articulado con la problemática y los espacios generales de la vida política y social”, dijo.
Explicó que siempre se ha entendido la escuela como el espacio privilegiado de la educación, pero hoy es necesario platearse la pregunta: ‘¿Qué parte de la educación le toca a la escuela y qué parte ha quedado fuera de las aulas?’ Y es que –dijo– “una gran parte de la educación tiene que ver con las relaciones familiares y amistosas, con el contexto cultural en el que se vive, con las dinámicas de trabajo y con todo tipo de actividades”.
“El momento actual nos muestra que muchas de las situaciones culturales y de valores se aprenden fuera del aula, y por ello la escuela no es ya el lugar privilegiado que tuvo hace algún tiempo. Ahora la escuela tiene que preguntarse qué lugar le corresponde en el marco de un fenómeno educativo más amplio, para poder animar a los estudiantes a enfrentar la vida conscientes de que siempre se aprende y se enseña; para formar sujetos capaces de ser felices, que conduzcan su vida con un proyecto profundo y con valores”.
Álvarez Gándara apuntó que si se quiere que la escuela tenga un nuevo sentido social, es fundamental que ésta forme “sujetos capaces de vibrar, conducir, aportar, desarrollarse, diagnosticar la realidad y vincular su proyecto personal con el proyecto colectivo y estructural de México”.
Y añadió: “estos sujetos también debe tener claridad de proyecto, lo cual tiene que ver con la identidad y el sentido de vida; es decir, más allá de esta problemática, de este reto, de esta etapa, los alumnos deben cuestionarse: ¿a dónde voy?, ¿cuál es mi proyecto de obra?, ¿en qué plano de construcción me ubico? Y a partir de esa mirada de construcción, entender su papel en el diagnóstico que hayan hecho de la realidad“.
Y una vez que se haya llegado a ese diálogo de realidad y proyecto –continuó– es fundamental tener claridad de agendas: ¿cuáles son los temas de los que hay que hablar? “Por ello necesitamos sujetos que sean capaces de entender las temáticas por las que hay que pasar, reflexionar, discutir y proponer”.
Dijo que un cuarto aspecto a considerar es que el sujeto sea capaz de entender también un diseño de estrategia, de rutas, de caminos, de acciones, de lo que hay que hacer para ir generando incidencias, cambios y transformaciones en esa realidad.
Y finalmente, “necesitamos sujetos que sepan definir formatos y reconocer actores, procedimientos y equilibrios; que sepan expresarse y generar una reunión, un consenso, un acuerdo, en fin, actores que puedan hacer ese vínculo de lo personal y de lo social, ese puente entre el proyecto individual y el proyecto colectivo, actores visionarios, estrategas, serenos, constructores, articulados, ubicados en las problemáticas de fondo”.
El galardonado con el Premio Nacional de Derechos Humanos se refirió también a las escuelas y proyectos educativos de inspiración religiosa: “Éstas hoy tienen un doble reto porque, además de ser formadoras de actores y constructores, deben dar ese plus en término de valores y espiritualidad”.
El foro de reflexión y análisis “Enfoques educativos, una perspectiva social” es organizado por la Confederación Nacional de Escuelas Particulares, en coordinación con el CUM, el Centro de Investigación y Acción Social “Jesuitas por la Paz”, la Federación de Escuelas Particulares del Distrito Federal, el Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa, el Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana, SM Ediciones, Universidad La Salle y la Universidad Iberoamericana.
La temática del foro se centrará en la reflexión de una educación que sea capaz de integrar la dimensión individual y social de forma articulada, con el fin de convertirse en un proceso formativo que impacte en el desarrollo armónico de las personas y que permee en la construcción de una sociedad más justa, equitativa, incluyente y corresponsable con su comunidad y el medio ambiente.