La ciudad portuguesa de Oporto ha acogido, entre del 18 al 21 mayo, la reunión de los secretariados de la Juventud Obrera Cristiana (JOC) de Portugal, Italia, España y Cataluña. En esta reunión trilateral han reflexionado sobre “la militancia cristiana como vocación para toda la vida” y la “Acción Católica en relación con otros movimientos”.
En su comunicado final, la JOC, denuncia “la precariedad vital en la que estamos instaladas las y los jóvenes, por consecuencia de este sistema capitalista y patriarcal, que está impregnando nuestras vidas marcadas por el presentismo, sin permitirnos tener una mirada hacia un futuro donde podamos desarrollarnos como personas dignas”.
Denuncian que la sociedad actual se basa en la “competitividad, individualismo, consumismo”, que se traduce “en una situación precaria, frágil y que no permite construir un proyecto de vida continuado” y en la que “el trabajo no dignifica al joven”. Como respuesta, el movimiento propone el estilo de Jesús como “alternativa” que “ofrece un equipo, una comunidad, una formación y herramientas como la Revisión de la Vida, el cuaderno de la vida, el proyecto personal, la riqueza de ponerse en acción con otros…”
Reivindican, además, “la necesidad y la urgencia de poner en el centro a la persona y su desarrollo integral para poder sentirnos llamadas a ser colaboradoras del sueño de que Dios madre y padre tiene para cada uno”, para que los jóvenes tengan pleno reconocimiento en la sociedad y en la Iglesia. Por ello reclaman su papel dentro “de la Acción Católica (AC) como la obra del apostolado seglar en los ambientes donde se desarrolla la vida de los laicos responsables junto al ministerio pastoral”.
Por ello, los asistentes, han reclamado una Iglesia en salida y “una Iglesia misionera, que confíe en las y los jóvenes, que nos eduque en la corresponsabilidad y participación activa para generar personas de esperanza que empujen a dar a luz a un mundo nuevo”.
Así mismo, han pedido “el reconocimiento de la misión de los movimientos de AC y su promoción en firme por parte de la comunidad eclesial para acompañarnos en la misión de evangelizar”. “Como jóvenes, no tenemos una estructura vital fuerte y vivimos las distintas facetas de nuestra vida en compartimentos separados, pero esta fragilidad requiere una fe, que es el pilar que da fundamento a nuestro compromiso militante”, señalan en el texto.