“Los jóvenes no son el futuro de la Iglesia, sino el presente”. Así lo indica Ana Madueño, religiosa de la Consolación que ha participado en el Presínodo de los jóvenes. Tras llegar de Roma, atiende a SomosCONFER convencida de que la Iglesia saldrá reforzada por el Sínodo de los obispos.
PREGUNTA.- Algunas voces dicen que en este Sínodo la Iglesia se juega su futuro. ¿Confías en que se sepa ‘enganchar’ a los jóvenes?
RESPUESTA.- El Presínodo ha dado voz a los jóvenes y ellos han podido expresar no solo cómo ven el mundo, su futuro… sino, sobre todo, cómo se viven dentro de la Iglesia, qué necesitan para sentirse acompañados y cuál es el rol que quieren desarrollar dentro de las comunidades. Confío que dar voz, dialogar y empoderar a los jóvenes en la Iglesia es el único camino para ‘enganchar’ con ellos, no para que llenen bancos dentro, sino para que saquen los bancos a la calle.
P.- ¿Hacen falta maestros iluminadores?
R.- En el Presínodo, los jóvenes han insistido en la necesidad de personas de referencia (laicos, religiosos y sacerdotes). No quieren personas perfectas para ponerlas en pedestales, sino referentes que les acompañen desde la humildad y la verdad.
P.- El Papa recuerda constantemente la importancia de recuperar el acompañamiento personal…
R.- Cada vez pienso que somos más conscientes de esta urgencia y se ponen más medios para impulsar espacios. No obstante, escuchemos también una crítica que se nos hace en el documento: los jóvenes piden que los religiosos (y seminaristas) estén más formados en acompañamiento.
P.- Los jóvenes no se sienten protagonistas en la Iglesia. Como religiosa, ¿te sientes protagonista en tu congregación?
R.- Ser protagonista no significa anular a nadie, ni hinchar nuestro ego; es querer que nuestra voz se escuche con la misma intensidad que la de los demás, que no se nos tache de inexpertos y, por tanto, de incapaces, que no se nos quieran imponer viejas estructuras que no guardan la esencia del Evangelio, ni soportan ya la presión del “vino nuevo”. Desde esta comprensión, sí me siento protagonista en mi congregación, con voz, con espacios de diálogo, discusión, construcción.
P.- Tras concluir el Presínodo, ¿sales esperanzada de que la Iglesia sepa reaccionar a las demandas de los jóvenes?
R.- El Presínodo ha sido un hito histórico y estimulante en el diálogo entre la Iglesia y los jóvenes, pero no podemos condicionar la ‘reacción’ de la Iglesia a un evento puntual. Lo que más esperanza me da es el trabajo serio, constante, alegre, arrollador que realizan los cientos de jóvenes que he conocido, en sus parroquias, movimientos, diócesis… Esto es imparable y es lo que puede movilizar a la Iglesia desde la base, lo que debe despertarla y hacerle reconocer que el gran valor de los jóvenes no es que sean el futuro de la Iglesia, sino que son el presente.