Puntual un domingo más, Francisco ha rezado el Ángelus hoy, 27 de mayo, a las 12:00 horas desde el balcón de San Pedro ante una abarrotada plaza, con peregrinos, entre los que el propio Papa ha destacado a los llegados desde varias diócesis italianas.
“Hoy, primer domingo después de Pentecostés, celebramos la fiesta de la Santísima Trinidad. Una fiesta para contemplar y alabar el misterio del Dios de Jesucristo, que es uno en la comunión de tres Personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Para celebrar con asombro nuevo a Dios-Amor, quien nos ofrece su vida gratis y nos pide que la divulguemos en el mundo”, ha dicho el Papa al comienzo de su alocución.
Como ha recalcado el Pontífice, “las lecturas bíblicas de hoy nos hacen comprender cómo Dios no quiera revelar tanto que Él existe, sino que el es ‘Dios con nosotros’, cerca de nosotros, que nos ama, que camina con nosotros, está interesado en nuestra historia personal y se ocupa de todos, empezando por los pequeños y los necesitados”.
Y ha añadido: “Él ‘es Dios allá arriba en los cielos’ pero también ‘aquí abajo en la tierra’ (Dt 4:39). Por lo tanto, no creemos en una entidad distante, ¡no! En una entidad indiferente, ¡no! Pero, por el contrario, en el Amor del que creó el universo y generó un pueblo, se hizo carne, murió y resucitó por nosotros, y como el Espíritu Santo, todo se transforma y conduce a la plenitud”.
“Él permanece con nosotros siempre”
Jorge Mario Bergoglio ha recalcado que “en el Evangelio, el Señor resucitado promete permanecer con nosotros para siempre. Y gracias a su presencia y la fuerza de su Espíritu podemos alcanzar serenamente la misión que Él nos confía. ¿Cuál es la misión? Proclamar y dar testimonio de todo su Evangelio y así expandir la comunión con él y la alegría que se deriva de él. Dios, caminando con nosotros, nos llena de alegría y la alegría es ‘el primer idioma del cristiano'”.
Asimismo, ha recordado que Dios “ha elegido caminar con la humanidad y formar un pueblo que sea una bendición para todas las naciones y para todas las personas, sin excluir a nadie. El cristiano no es una persona aislada, pertenece a un pueblo: este pueblo que forma a Dios. Uno no puede ser cristiano sin tal pertenencia y comunión. Somos el pueblo, el pueblo de Dios”.
Al término del rezo, el Papa ha querido reconocer a Leonella Sgobarti, una misionera asesinada en Somalia en 2006 y que ayer fue proclamada beata en Piacenza. “Su vida por el Evangelio y servir a los pobres, así como su martirio son una promesa de esperanza para África y para todo el mundo. Recemos juntos por África, para que haya paz allí”, ha recalcado.
Además, con motivo del Día del Alivio saludó a todos los reunidos en la Policlínica Gemelli para promover la solidaridad con las personas que padecen enfermedades graves. E instó a “todos a reconocer las necesidades de las personas y a estar cerca de ellas con ternura”.