“La oración es la primera obra misionera que todo cristiano puede y debe hacer, y es también aquella más eficaz, si bien esto no se pueda medir”. En el mensaje en vídeo que ha dedicado hoy, 28 de mayo, a las Obras Misionales Pontificias (OMP), que celebran estos días en Roma su asamblea general, el Papa presenta a los fieles esta realidad “importante para la misión de la Iglesia” aunque resulte poco conocida para una parte de los católicos, como reconoce el propio Francisco en su alocución.
En este nuevo videomensaje, una herramienta comunicativa que cada vez utiliza más Jorge Mario Bergoglio, explica que las OMP “garantizan en nombre del Papa una equitativa distribución de las ayudas, de modo que todas las Iglesias en el mundo tengan un mínimo de asistencia para la evangelización, para los sacramentos, para los propios sacerdotes, los seminarios, para el trabajo pastoral, para los catequistas”. Francisco invita a apoyar “a los misioneros que evangelizan” y a no olvidarse de brindarles también sostén por medio de la oración, para que así “el Espíritu Santo esté presente. Es Él quien lleva adelante la evangelización”.
Francisco hace un llamamiento para que los fieles no dejen de colaborar en esa “tarea común” que es el anuncio del Evangelio sosteniendo “a las jóvenes Iglesias a través del trabajo” de las OMP. Estas instituciones surgidas en el siglo XIX dieron un “nuevo impulso al anuncio de Cristo” con su objetivo específico de rezar y actuar concretamente para sostener la evangelización en los nuevos territorios”. El Papa recuerda que fue Pío XI quien reconoció a las OMP como pontificias y puso su coordinación bajo la Santa Sede. “Son importantes ante todo porque debemos rezar por los misioneros y las misioneras, por la acción evangelizadora de la Iglesia”, subraya.
“Queridos hermanos y hermanas; con este breve mensaje quiero presentaros una realidad importante para la misión de la Iglesia, pero poco conocida: las Obras Misionales Pontificias. Desde los primeros tiempos, el sostenimiento mutuo entre las Iglesias locales, comprometidas en anunciar y testimoniar el Evangelio, ha sido un signo de la Iglesia universal. De hecho, la misión, animada por el Espíritu del Señor Resucitado, amplía los espacios de la fe y de la caridad hasta los extremos confines de la tierra.
En el siglo XIX, el anuncio de Cristo recibió un nuevo impulso con la fundación de las Obras Misionales, con el propósito específico de orar y actuar de modo concreto para sostener la evangelización en los nuevos territorios. Estas Obras fueron reconocidas como Pontificias por el Papa Pío XI, quien, de esta forma, quería subrayar cómo la misión de la Iglesia hacia todos los pueblos está muy en el corazón del Sucesor de Pedro. ¡Y así sigue siendo! Las Obras Misionales Pontificias continúan hoy en día este importante servicio que comenzó hace casi 200 años. Están presentes en 120 países con directores nacionales, coordinados por secretarías internacionales de la Santa Sede.
¿Por qué son importantes las Obras Misionales Pontificias? Son importantes, sobre todo, porque debemos orar por los misioneros y las misioneras, por la acción evangelizadora de la Iglesia. La oración es la primera ‘obra misional’ –¡la primera!– que todo cristiano puede y debe hacer, y es también la más eficaz, aunque esto no se pueda medir. De hecho, el principal agente de la evangelización es el Espíritu Santo, y nosotros estamos llamados a colaborar con Él. Además, estas Obras garantizan, en nombre del Papa, una distribución equitativa de las ayudas, de manera que todas las iglesias del mundo tengan un mínimo de asistencia para la evangelización, para los sacramentos, para los propios sacerdotes, los seminarios, para el trabajo pastoral, para los catequistas. Sostenimiento a los misioneros que evangelizan, y sostenimiento, sobre todo, con la oración, para que el Espíritu Santo esté presente. Es Él quien lleva adelante la evangelización.
Por eso, animo a todos a colaborar en nuestra común tarea de anunciar el Evangelio y sostener a las jóvenes Iglesias gracias a la labor de estas Obras Misionales. Haciendo así, en todos los pueblos, la Iglesia sigue abriéndose a todos y proclamando con alegría la Buena Noticia de Jesucristo, Salvador del mundo. ¡Gracias a todos de corazón!”.