Francisco tiene muy presente a los líderes empresariales. Ya en su misa de entronización hace más de cinco años, Jorge Mario Bergoglio se dirigió a todos aquellos que “desempeñan un papel de responsabilidad en el campo económico” para recordarles que “la Iglesia se siente feliz de apoyar y ayudar a los hombres de negocios a responder de forma apropiada a la propia vocación y a encontrar el lugar de sus actividades en el diseño de Dios para el hombre y para el mundo”. Y estos líderes católicos son representados en el mundo por la Unión Cristiana Internacional de Ejecutivos de Empresas (UNIAPAC), de la que forman parte los empresarios españoles de ASE-Acción Social Empresarial. ¿Se escuchan en el mundo empresarial los principios de la Doctrina Social de la Iglesia? ¿Viven los empresarios de espaldas a la fe? ¿En qué modifican la moral y la ética cristiana las decisiones empresariales?
Responden ellos. En primera persona. “El proceso de toda toma de decisión debe regirse por dos valores: verdad y justicia. No es posible continuar manejando empresas donde no se cumplan estos valores, que junto a la honestidad deben guiar nuestra tarea”, explica a Vida Nueva el argentino José María Simone, expresidente de UNIAPAC. ¿Se puede ser fiel al Evangelio desde esta misión? “La tentación de fijarnos en alcanzar los mejores resultados es grande, hay una lucha permanente contigo mismo”, comenta. Y añade: “El hombre de negocios está en un mercado que no cumple con los valores cristianos; cuando tienes que competir para poder sobrevivir tienes la tentación de no ser fiel al evangelio”. Sin embargo, ayuda el hecho de tener presente que “el beneficio es para todos, no puedo mirarlo como beneficio económico para mi. Es un objetivo de todos, quienes trabajan conmigo y la sociedad en la que estoy inmerso”.
Como señala a esta revista Franco Nava, presidente de UNIAPAC para Europa, “nuestra función”, como empresarios católicos, es “poner énfasis en la importancia de los principios de la Doctrina Social de la Iglesia en las empresas”. De hecho, indica que la falta de estos principios llevó a la crisis internacional de 2008, ya que “el mundo de la economía se puso al servicio de la especulación cortoplacista”, que solo atendía a un dios: el dinero. “Es obvio que necesitamos sostener la actividad, pero por delante del dinero están los valores morales”. Y añade: “El compromiso social es la atención hacia la comunidad o, en otras palabras, interesarse por el bien común: todas las empresas tienen que apostar de forma decidida por la responsabilidad social corporativa”.
Cambiar el modelo empresarial imperante hoy pasa por la formación. Porque los valores también se aprenden. En esta tarea, las universidades y prestigiosos centros de negocios de inspiración católica forman parte importante… y aportan un valor añadido con respecto al resto. “En las escuelas de negocios católicas se enseña lo mismo que en las otras, pero con una distinción: dejando claro que el objetivo de utilizar el marketing y las finanzas son las personas. Enseñamos a discernir el impacto de las decisiones en el medio ambiente o en las personas. Y es un hábito tan necesario como lavarse los dientes después de cada comida”, explica John Miles, profesor de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Católica de Montevideo. Y recalca: “Para trabajar la ética no basta con una clase, hay que integrar la ética en toda la formación”.