Vaticano

El Corpus del Papa contra la mafia: “Derribemos el muro del silencio cómplice”

  • Cincuenta años después de Pablo VI, Francisco celebra el Corpus Christi en la localidad costera de Ostia, castigada por el crimen organizado
  • Bergoglio insta a los vecinos a escapar del “miedo” para “zarpar libres, valientes y unidos”





Cincuenta años después de que Pablo VI celebrara el Corpus Christi en la localidad romana de Ostia, Francisco seguía sus pasos en la parroquia de San Mónica. En esa misma iglesia en la que Montini puso la primera piedra, Jorge Mario Bergoglio reivindicó la Iglesia como espacio de encuentro “donde hay y debe haber un lugar para todos” y defendió la eucaristía como “el único pan que sabe a eternidad”. “Tenemos hambre de ser amados”, recordó el Papa que señaló que solo la eucaristía puede saciar esta situación en tanto que “no hay amor más grande” que el de Jesús.

Deteniéndose en el verbo “preparar” que aparece en varias ocasiones en el pasaje evangélico de la Última Cena, Francisco lanzó un mensaje directo a los vecinos de Ostia: “Jesús desea que sean derribados los muros de la indiferencia y del silencio cómplice, arrancadas las rejas de los abusos y las intimidaciones, abiertas las vías de la justicia, del decoro y la legalidad”.

El Papa se expresó con esta contundencia en una localidad castigada por la violencia y la huella de la mafia, se dirigió a los vecinos para que huyan del “miedo” para “zarpar libres, valientes y unidos” frente a la tentación de quedarse “en la playa esperando a que llegue algo”.

Liberar y consolar

“Jesús desea habitar entre ustedes. Quiere visitar las situaciones, entrar a las casas, ofrecer su misericordia liberadora, bendecir, consolar”, les animó Francisco, conscientes de las “situaciones dolorosas” que han atravesado en al ciudad. A partir de esta petición, Francisco sugirió a los asistentes a la eucaristía: “Abrámosle las puertas y digámosle: Ven, Señor, a visitarnos. Te acogemos en nuestros corazones, en nuestras familias, en nuestra ciudad”.

Tras la misa, el Papa presidió la tradicional procesión del Corpus por alguna de las calles de ciudad hasta el aparcamiento de la parroquia cercana de Nuestra Señora de Bonaria, donde expuso el Santísimo para la adoración.

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