Tres años después de que el papa Francisco publicara su encíclica ecológica, Laudato si’ todavía tiene que recibirse en las Iglesias locales”, según el jesuita Jaime Tatay, quien asegura que “las iniciativas ecológicas están viniendo sobre todo desde el Vaticano, excepto en Filipinas, algunos lugares de Estados Unidos o de Europa. En esta cuestión, por ejemplo, la Iglesia española está a por uvas”.
Reconoce este ingeniero de Montes y miembro de Ecojesuit, plataforma de comunicación y promoción de la ecología de la Compañía de Jesús, que se están haciendo cosas para que cale el mensaje ecológico, como el II Seminario de ecología integral, organizado por la Comisión de Pastoral de la Conferencia Episcopal, y que se celebra este sábado, 9 de junio en Madrid.
De hecho, sostiene que lo que más se demanda desde la Iglesia en España son cuestiones formativas sobre ecología. “A nivel de congregaciones y diócesis, sobre todo en el año 2016-17, hubo un gran interés y se pedía asesoramiento e información. De hecho, yo he estado en muchos lugares hablando sobre Laudato si'”.
Faltan iniciativas prácticas
Desde esta perspectiva, considera un avance importante que en el Encuentro de Animación Misionera exista ya un módulo sobre ecología o que algunas diócesis hayan organizado jornadas de formación, pero “iniciativas prácticas como acondicionar la parroquia, ver qué hacemos con los residuos o cómo invertimos nuestro dinero, aunque hay un cambio de perspectiva, van muy despacio. Eso sí, ya no hay un rechazo ni se ponen a la defensiva, se ha interiorizado que el de la ecología es un tema de Iglesia“.
El siguiente paso, en su opinión, es ir integrando lo aprendido, para lo cual considera “imprescindible la divulgación, y en ese sentido, Vida Nueva es muy importante, lo mismo que otras publicaciones, pues tiene que hacer de esta cuestión algo transversal en su línea editorial, y no solo cuando se llevan a cabo jornadas puntuales”.
“También escuelas y universidades tienen que ir integrándolo, no solo a nivel curricular, sino de la gestión de la propia institución. Y otro ámbito es el financiero y el teológico-espiritual, es decir, que salga en las predicaciones, en las charlas, como otro tema de moral social, igual que la pobreza, la prostitución, la trata de personas o la guerra. Tiene que ser un tema estructural e identitario de la Doctrina Social de la Iglesia”, añade.
Hábitos difíciles de modificar
¿Y predican los jesuitas con el ejemplo? “La Compañía de Jesús se ha puesto las pilas”, señala Tatay. “En Italia, Inglaterra y Canadá han desinvertido de bancos que tienen intereses en industrias fósiles y hay universidades que también están adoptando esa línea. Y a nivel educativo, hemos puesto en marcha varias iniciativas, como el blog Ecojesuit, un libro digital para los colegios de Secundaria que se llama ‘Sanar la Tierra’ y se ha ido introduciendo el tema también en la universidad. Por ejemplo, en Comillas se están impartiendo por primera vez en su historia cursos de sostenibilidad en las nuevas titulaciones en la Facultad de Teología”.
Es consciente este activista de que “son pequeños gestos a nivel financiero y educativo”, aunque “el reto es ver cómo nos afecta en la práctica a las comunidades, cómo nos afecta a nivel de transporte, ocio o dieta. Pero el de encajar nuevos hábitos es un paso complicado por la inercia institucional y porque hay obstáculos estructurales. Por ejemplo, en Madrid, si te tienes que desplazar a una zona que no está bien comunicada, tienes que coger el coche, y no es sencillo si dispones de poco tiempo”.
Junto a estas cuestiones, añade Tatay las que tienen que ver con las culturales. “Por ejemplo, una dieta con menos carne [la dieta carnívora es responsable de la producción de 50% de CO2 y de la deforestación de importantes extensiones de terreno para convertirlas en tierras de pasto]. Yo no digo de hacernos todos vegetarianos, pero hay un hábito que es muy difícil de modificar…”.