El ‘Elogio de la sed’ fue el tema propuesto por José Tolentino Mendonça cuando el papa Francisco le invitó a predicar los ejercicios espirituales de la última Cuaresma a la Curia romana. Era la primera vez que un sacerdote portugués recibía tal encargo. Estas meditaciones serán publicadas en España por Sal Terrae en un libro con el mismo título que verá la luz en los próximos meses.
PREGUNTA.- Sus meditaciones cuaresmales comenzaban hablando del asombro. ¿Qué podemos aprender de él?
RESPUESTA.- En un viaje interior el gran peligro es la rutina, hacer por hacer. En la vida de los curas, por ejemplo, hay un retiro anual que impone el propio calendario. Es como si un piloto automático dirigiera nuestra vida. El asombro es poder abrir los ojos y darse cuenta de lo que somos. Es tener una mirada crítica sobre nuestra propia realidad. Es esa frescura que permite al Espíritu infiltrarse en nuestras vidas.
P.- ¿A qué tipos de sed que sufre el mundo de hoy debería dar respuesta el Evangelio?
R.- Creer no es tener las soluciones ni haber encontrado las respuestas. Creer es habitar el camino, habitar la tensión… En este sentido, más que estar saciados de Dios, los creyentes aprendemos los beneficios de la sed, la importancia de vivir en el deseo de Dios. Un creyente no tiene a Dios, no lo domestica con sus rituales y sus creencias. Él vive en la expectativa de Dios y de su revelación que, en gran medida, es siempre sorprendente. Por eso, la sed es un lugar necesario en el itinerario cristiano.
P.- El Papa comentó que en sus meditaciones se entrecruzan la Biblia y la literatura, la poesía y la cotidianidad. Es también el modo que tiene él de presentar las cosas…
R.- Ciertamente. Cuando me invitó, me dijo que me sintiera muy libre y que fuera yo mismo. En mi experiencia de vida y en mis lecturas se refleja lo que me parece que son los caminos del presente y del futuro de la Iglesia. Siempre en diálogo con el magisterio del papa Francisco y lo que él representa, con ese impulso reformista que está introduciendo en este tiempo.
La teología no puede ser una ideología ni se puede confundir la espiritualidad con un conjunto de abstracciones. La literatura trae historias de vida, modelos de lo vivido a nivel personal para aplicarlos a una reflexión de conjunto. La gran ventaja de utilizar el texto bíblico y la tradición espiritual cristiana –pero también la antropología, el cine, la literatura, la pintura y las artes en general– es que hacen posible una traducción existencial del mensaje cristiano.
P.- En su exhortación ‘Gaudete et exsultate’, el Papa recuerda que la defensa de la vida debe incluir también las condiciones de vida de las personas, no solo su inicio y su fin…
R.- No podemos limitar la defensa de la vida a situaciones concretas del curso de la existencia, sino apoyar a la persona en todas las circunstancias. El papa Francisco llama a ver en cada ser humano a un hermano. El cristianismo debe abrazar a la humanidad, especialmente la humanidad frágil y más vulnerable, en una opción clara, sin ambigüedades, por los más pobres.
Este Papa ha sido un motor extraordinario para el catolicismo contemporáneo, porque ha traído esa sed, ese sueño de un cristianismo capaz de salir de sí mismo y de generar una cultura del encuentro, de servicio a la humanidad. No es casual que tanta gente esté dando otra oportunidad a la Iglesia con Francisco.