El mundo está pendiente del encuentro que mantendrán los líderes de Estados Unidos y de Corea del Norte a las tres de la madrugada (hora de la España peninsular) en Singapur, la ciudad-estado del sureste asiático adonde llegaron ayer, 10 de junio, Donald Trump y Kim Jong-Un. Hay puestas muchas esperanzas en esta cumbre que estuvo cerca de no celebrarse y con la que se podría avanzar hacia la desnuclearización de la Península Coreana.
Al final de la oración del Ángelus de ayer, 10 de junio, desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico del Vaticano, el papa Francisco hizo referencia al inminente diálogo entre Trump y Kim. “Deseo nuevamente hacer llegar al amado pueblo coreano un particular recuerdo en la amistad y la oración”, dijo el Pontífice, mostrando su voluntad de que el coloquio en Singapur pueda contribuir “al desarrollo de un camino positivo, que garantice un futuro pacífico para la Península de Corea y para todo el mundo”.
Acompañar las conversaciones
Jorge Mario Bergoglio invitó a los fieles católicos a que colaboraran con él éxito de la importante cumbre entre los líderes de Estados Unidos y de Corea del Norte rezándole a la Virgen, “reina de Corea”, para que “acompañe estas conversaciones”. Si las negociaciones tienen éxito podrían favorecer la firma de un tratado de paz entre los Gobiernos de Pyongyang y de Seúl.
En las últimas semanas, el Papa ha realizado numerosos llamamientos para apoyar el esperanzador camino de diálogo emprendido por Corea del Norte y Corea del Sur, favorecido por sus grandes aliados internacionales, China y Estados Unidos, respectivamente. En la audiencia general del pasado 30 de mayo hubo una exhibición de taekwondo de deportistas surcoreanos que mostraron una pancarta en la que podía leerse: “La paz es más preciosa que el triunfo”. Francisco celebró el gesto comentando: “Ha sido una manifestación de la voluntad de paz. Ha sido un mensaje de paz para toda la humanidad”.
Una semana antes el Papa se había referido al simbólico encuentro entre Kim y Moon Jae-In, líder de Corea del Sur. Dijo que era “una ocasión propicia para llevar a cabo un diálogo transparente y un camino concreto de reconciliación y reencontrada fraternidad, con el fin de garantizar la paz en Corea y el mundo entero”.