La reacción ha sido inmediata. A mediodía de ayer el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunciaba su ofrecimiento a la ONU para acoger al buque Aquarius, que navega con más de 600 inmigrantes y refugiados rescatados por MSF y Sos Mediterranée, cuya entrada a Italia ha sido impedida por el ministro del Interior, Matteo Salvini. A partir de ahí, no solo los poderes públicos activaban los preceptivos protocolos de acogida.
El cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, constituía en la tarde de ayer un gabinete de coordinación para optimizar todos los recursos de la archidiócesis con el fin de responder ante las necesidades que puedan surgir cuando el buque llegue al puerto de la ciudad a finales de semana.
No ahogar sus destinos
Así, según un comunicado del Arzobispado de Valencia, ya se han puesto a disposición de las autoridades “la máxima colaboración para atender las necesidades de los 629 migrantes, entre ellos 123 niños, a fin de que no ahoguen sus destinos”.
Este dispositivo especial puesto en marcha por el purpurado pondrá a disposición todos los recursos humanos y materiales de la Iglesia valencia, desde las organizaciones benéficas y asistenciales a las comunidades parroquiales, pasando por los colegios diocesanos, con la base de la experiencia que el arzobispado tiene en atención de los inmigrantes, tanto en la atención de necesidades básicas en acogida como en materia de integración y promoción.