Rueda la bola en los estadios de Rusia. 32 selecciones compiten por el máximo galardón del balompié mundial. “El fútbol es una pasión que mueve las masas, las multitudes, que mueve el mundo, por eso un mundial de fútbol es algo sumamente importante”, ha reconocido el cardenal Rubén Salazar Gómez, arzobispo de Bogotá y primado de Colombia, a través de un video-mensaje difundido en YouTube.
Con el inicio del mundial de Rusia 2018, el cardenal colombiano se ha unido a la fiesta del fútbol: “Que bueno que nosotros también lo vivamos así, como gran fiesta que nos hermana a todos”, ha dicho, sin dejar de aprovechar la ocasión para proponer dos sugestivas reflexiones que en tres días ya ha alcanzado más de 1.400 visualizaciones.
Todos somos hermanos
Como competencia, el mundial despierta múltiples emociones que involucran a sus seguidores. Sin embargo, es fundamental que “todos nos sintamos hermanos”, ha destacado Salazar, quien también es el presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), insistiendo en la importancia de vivir este tiempo “de una manera madura, sensata, sin fanatismos, sin reacciones violentas”.
Evidentemente, “muchos van a ser los perdedores” y hay que estar “verdaderamente dispuestos a que uno solo puede ganar”. Para el cardenal, esta faceta de la competencia deportiva se asemeja a la vida “que a veces no es como tan clara” y nos enseña que “no todos pueden ganar de la misma manera”. Vivir en paz, como hermanos, será el mayor triunfo colectivo.
“Tenemos que aprender a trabajar juntos”
Por otra parte, Salazar también se ha referido a la imagen del equipo de fútbol guiado por su entrenador, cuya principal misión es “lograr que todas la figuras que están allí se engranen para formar una verdadera acción de conjunto”. Así como en un equipo “todos deben jugar juntos, haciendo cada uno la parte que le corresponde”, en la familia y en la sociedad, “tenemos que aprender a trabajar juntos, en equipo, tratando que cada uno de nosotros ponga lo mejor de sí mismo”.
Esta actitud de servicio generoso, más allá de las individualidades y de los propios intereses, en la perspectiva propuesta por el arzobispo de Bogotá, es la clave “para que seamos todos los que ganemos”. “Ahí sí, no gana uno sino ganamos todos”, concluye el cardenal.