El presidente de Francia, Emmanuel Macron, será recibido por el papa Francisco el próximo 26 de junio. En dicho encuentro, el mandatario francés renovará una antigua tradición centenaria: aceptará el título de Canónigo honorario de San Juan de Letrán. Macron se reunirá también con el secretario de estado vaticano, Pietro Parolin.
Esta será la primera visita oficial de Macron al Vaticano. Cuando fue elegido presidente, recibió la llamada de Bergoglio y durante aquella conversación trataron temas de máxima actualidad como el cambio climático y la acogida de refugiados en Europa.
El origen de la condecoración que recibirá Macron se remonta a Enrique IV de Francia, que llegó al trono en una época de conflictos entre los protestantes franceses (hugonotes) y los católicos. El rey se convirtió al catolicismo en 1593, pronunciando la célebre frase: “París bien vale una misa”. Su gesto de abjuración fue reconocido por el papa Clemente VIII y le absolvió de todos sus pecados. En 1604, Enrique IV agradeció al Pontífice su clemencia, donando a San Juan de Letrán los abundantes ingresos de la abadía benedictina francesa de Claira; y Clemente VIII le correspondió otorgándole el título honorífico de Canónigo de honor.
No todos los Jefes de Estado franceses han accedido a recibir esta condecoración, Georges Pompidou, François Mitterrand y François Hollande no la aceptaron.
El monasterio, fundado en 1347 por la reina de Aragón Leonor de Sicilia, fue el único femenino hasta el siglo XVII y lugar de acogida para las hijas de las élites locales, quienes consideraban que era más barato la clausura que pagarles una dote matrimonial.
Pero las cuatro monjas de clausura que quedan en la actualidad, y cuya edad está cerca de los 90 años, serán las últimas que residan en este convento cuyos patronos son los franciscanos Juan de Perugia y Pedro de Saxoferrato, de los primeros seguidores de San Francisco de Asís. Las religiosas se trasladarán a otro convento de la orden en Valencia.
El convento de Santa Clara dependía de rentas, en su mayor parte procedentes del Ayuntamiento de Teruel, del que eran prestamistas. Las “monjas de arriba” como popularmente se les conoce en la ciudad, cuentan con una de las iglesias más importantes para los turolenses, en la que se celebran fiestas tan señaladas como la de la Candelaria, en la que las monjas se asomaban a las rejas de las ventanas para ver a la virgen en procesión.
Los restos de san Juan XXIII han regresado a la Basílica de San Pedro, tras la peregrinación que ha realizado la urna a la diócesis de Bérgamo y que comenzó el 24 de mayo y finalizó el 10 de junio, contando con una emotiva etapa que le llevó a Sotto il Monte, el lugar de nacimiento del Pontífice.
“Nuestra gente siempre ha tenido y continúa teniendo una relación profunda con Juan XXIII”, declaró el obispo de Bérgamo, Francesco Beschi, quién añadió que “su actividad como párroco dejó una marca indeleble en la vida y los recuerdos de todos. En esta tierra se encuentra las profundas razones que inspiraron el testimonio de Angelo Maria Roncalli”. La ‘peregrinatio’, como se denominó el evento, contó con momentos de celebración, oración, reunión e intercambio y participaron más de 200.000 personas.