Ayer 18 de junio tuvo lugar en Madrid la presentación del libro ‘Los colores de la luz’ (la Esfera de los Libros), que recopila una serie de conversaciones entre la renombrada escritora Magdalena Lasala y la monja cisterciense Isabel Guerra, conocida como la pintora de la luz. En él se recogen varios encuentros entre ambas autoras, que, siendo muy diferentes, tienen una perfecta sintonía tanto en público como en la obra, y que han plasmado “sin artificios”, tal y como transcurrieron.
Estas conversaciones giran en torno a temas muy diversos, aunque el libro se estructura en tres grandes bloques, vida, arte y pensamiento. Como dijo Lasala, no es un libro religioso pero sí que se plantean cuestiones ligadas a la religión, a la existencia, al significado de la vida… Temas al fin y al cabo “de los que la gente habla pero no se pasan a letra impresa”, explicó Guerra.
Magdalena relató que la idea surge a partir de la colaboración laboral ya existente entre ambas artistas. Ambas creadoras comparten “claves comunes de búsqueda a través del arte de preguntas y necesidad de respuesta que nos llevaron a recorrer un camino en el que nos encontramos”. Por tanto, a raíz de dos experiencias vitales muy diferentes surgían inquietudes comunes, que decidieron plasmar por escrito. Tan diferentes que a Magdalena, cuando aún no conocía bien a su colaboradora, le parecía “rompedor que una monja hablara de pasión, de la pasión de la creación, de la luz, de la búsqueda…”. Ese es uno de los puntos más llamativos del libro, cómo “desde la diferencia se puede encontrar la armonía”.
La pintora subrayó la importancia de plantearnos estas cuestiones trascendentales, especialmente en la sociedad actual: “A veces nos falta atrevernos a profundizar un poquito porque si nos exigen un mínimo nos salimos de la superficialidad y no queremos hacerlo”. Denuncia la comodidad a la que nos hemos dado en general, que provoca que no nos atrevamos a hablar de la eternidad o de nosotros mismos, pero no solamente los creyentes, también los no creyentes: “Tengamos o no fe si nos ponemos a buscar dentro de nosotros seguro que vamos a encontrar una llamada a algo superior. Si somos comodones y superficiales no haremos caso y nos volveremos hacia lo fácil, hacia lo que no nos hace pensar”. De ahí la importancia de un libro como este que plantee las preguntas “incómodas”, que en realidad no son tal, sino que sus autoras se atreven a intentar encontrar una respuesta.
Todos somos hijos de Dios
Pero en la presentación también hubo tiempo para otros temas. Isabel quiso incidir en este punto de la llamada trascendental que sentimos todos, cristianos o no, porque “Dios no nos ha creado solamente a los cristianos, todos somos hijos de Dios”. Respecto a esto, denunció la existencia de personas que no comparten esta idea, base del cristianismo: “Me estremece pensar que hay gente en el mundo de la fe católica que piensa que al que nunca han hablado de Jesucristo no es hijo de Dios. Toda la humanidad es salvada por Cristo, no solamente los cristianos. ¿Cómo alguien que cree en Dios puede pensar eso?”.
De igual modo recordó a san Francisco cuando decía que le gustaría ir a París para enseñar a los teólogos que allí discuten “que lo verdaderamente importante es evangelizar, enseñar el Evangelio a quienes nunca lo han conocido”. En este sentido lamentó el decreciente número de misioneros españoles, así como de personas que llaman misión a trabajos que, siendo muy importantes, no son misión, ya que ser misionero es “hablar de Cristo allí donde nunca se ha pronunciado su nombre”.