El papa Francisco ha presidido hoy, 20 de junio, como todos los miércoles, la audiencia general en la Plaza de San Pedro de Roma. Como otras veces, además de los fieles congregados en la propia plaza, había un grupo de enfermos que ha seguido mediante pantallas la audiencia desde el aula Pablo VI, para protegerse del calor.
Francisco ha continuado con el ciclo de catequesis sobre los mandamientos que inició la semana pasada, aunque todavía no ha hablado de ningún mandamiento concreto, sino que ha insistido en la importancia de entender qué son los mandamientos. Para ello se ha valido del capítulo 20 del Éxodo, que dice: “Y Dios habló y dijo todas estas palabras”, justo antes de transcribir el decálogo. “El texto no dice ‘estos mandamientos’, sino ‘estas palabras’ –ha comenzado el Pontífice–. La tradición hebrea siempre llamará al decálogo ‘las diez Palabras’. El término Decálogo también significa esto. Pero si tienen forma de leyes ¿Por qué el autor dice palabras y no mandamientos?”.
La diferencia reside en que un mandamiento es una orden, no hay opción a dialogar. La palabra en cambio es la base del diálogo. “Y Dios crea mediante su Palabra –ha recordado el Papa– y el Hijo es su Palabra hecha carne. El amor y la educación o la comunicación se nutren de palabras”. Por tanto, “Dios se comunica por medio de estas palabras –los mandamientos– y espera nuestra respuesta”. Es por tanto un diálogo mucho más profundo que un diálogo normal. Como explicó el Papa en ‘Evangelii gaudium’, es un diálogo que “se realiza por el gusto de hablar y por el bien concreto que se comunica entre los que se aman por medio de las palabras. Es un bien que no consiste en cosas, sino en las personas mismas que mutuamente se dan en el diálogo”.
¿Dios impone o se preocupa?
Para entender mejor por qué la ley de Dios es un diálogo, el Papa ha puesto un ejemplo práctico, recurriendo a la Biblia. Ha recordado que al principio, el demonio quiere engañar al hombre y la mujer diciéndoles que Dios les ha prohibido comer del árbol del bien y del mal para tenerlos sometidos. Y aquí está la diferencia, “la primera norma de Dios al hombre, ¿es la imposición de un déspota que prohibe, o más bien la preocupación de un padre que cuida a sus pequeños y los protege de la autodestrucción? ¿Es palabra o es una orden? ¿Sus mandamientos son solamente una ley o son palabra? ¿Dios es patrón o Padre?“.
“¿Qué pensáis?”, ha preguntado a los presentes, que con entusiasmo han respondido al grito de ‘Padre’. “Eso es, Padre –ha continuado Francisco–. Nunca lo olvidéis, hasta en la peor situación pensad que hay un Padre que os quiere a todos. Y mientras las órdenes vienen de un patrón, las palabras vienen de un Padre”. Y eso, por supuesto, nos convierte en hijos, no en súbditos de Dios: “Esta decisión, dentro y fuera de nosotros, se nos presenta continuamente: mil veces tenemos que elegir entre una mentalidad de esclavos y una mentalidad de hijos”.
Más aún, el Pontífice se ha referido al propio Espíritu Santo, que “es un Espíritu de hijos, es el Espíritu de Jesús. Un Espíritu de esclavos solo puede acoger la Ley de una forma opresiva, y eso puede producir el efecto contrario: una vida hecha de deberes y obligaciones o una reacción violenta de rechazo”.
Finalmente, ha añadido que “Jesús es la Palabra del Padre, no la condena del Padre. (…) Se nota cuando un cristiano razona como un hijo o como un esclavo. Y nosotros mismos recordamos si nuestros educadores se han hecho cargo de nosotros como padres y madres, o si solamente nos han impuesto reglas. Los mandamientos son el camino hacia la libertad, porque son la palabra del Padre que nos hace libres en nuestro camino. El mundo no necesita legalismos, sino cristianos con corazones de hijos. No os olvidéis de esto“.
Saludos y actuaciones
Tras la audiencia, el Papa ha saludado como siempre a los peregrinos de todas las lenguas, y ha disfrutado de la actuación de un circo que se encuentra en Roma actualmente, del que, como suele hacer, ha dicho que “su arte, como toda la belleza, nos acerca a Dios”, aunque ha recordado a los presentes que para conseguir esa belleza “han trabajado muy duro, han practicado durante horas“. Finalmente ha recordado que el mes de junio está especialmente dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, y ha pedido a todos que no nos olvidemos de él al rezar.