El papa Francisco protagoniza hoy, 21 de junio, un nuevo gesto ecuménico lleno de significatividad: se desplaza a Ginebra para visitar el edificio del Consejo Mundial de la Iglesias, organización impulsora del ecumenismo que cumple siete décadas al servicio de la causa de la unidad.
Se trata del tercer papa, tras Pablo VI y Juan Pablo II que visite esta agrupación, aunque en esta ocasión esta visita ecuménica centra la mayoría del programa previsto desde el Vaticano. Un viaje que espera ir más allá de lo protocolario y visibilizar el camino recorrido hacia la unidad. Vida Nueva ofrece 7 de las razones por las que Francisco emprende este viaje.
1. No solo Lutero
Tras el gran viaje ecuménico que Francisco hizo en 2016 a Suecia con motivo de la conmemoración conjunta luterano-católica de la Reforma protestante –con declaración firmada incluida–, el Papa se acerca ahora a otras iglesias que no todas están dentro de la órbita de Lutero o de las celebraciones del quinto centenario.
Iglesias nacionales, anglicanas, baptistas junto con las luteranas, reformistas, menonitas, metodistas, pentecostales, ortodoxas o serbias… serán saludadas por Francisco el 21 de junio. Con ellas, Bergoglio compartirá la oración, una homilía, un almuerzo y un encuentro ecuménico.
2. Una ciudad que camina hacia el ecumenismo
Aunque los papeles no lo afirman categóricamente, la ciudad suiza es la sede ‘de facto’ del Consejo Mundial de las Iglesias (CMI, también denominado WCC, por sus siglas en inglés). Un cumpleaños redondo, 70 años, es el que ha provocado la presencia de Francisco en este momento concreto.
El CMI representa a más 560 millones de cristianos de diferentes confesiones. Lejos de los excesos cometidos por Calvino en esta misma ciudad, trabaja hoy por ofrecer un testimonio de unidad y de ecumenismo activo. Su actual representante es el reverendo de la Iglesia Luterana Noruega Olav Fykse Tveit. Para él, la visita es “como un símbolo de esperanza para todos los que rezan por paz y justicia en un mundo dividido y los que rezan por la unidad y la misión de servir a Dios juntos”. Ademas, ha señalado que desde el Consejo ven al Papa como un líder no solamente católico, sino cristiano, ya que encarna los valores cristianos de todos.
3. Una comunidad de iglesias hermanas
La representatividad de esta institución no es menor. Comenzó de 147 comunidades en la primera conferencia que tuvo lugar en Ámsterdam. Hoy en día la cifra ha aumentado y 348 iglesias forman parte del consejo: la mayoría de las ortodoxas, anglicanas y protestantes, así como los cuáqueros o la Iglesia Asiria.
Aunque reúne a iglesias de todas las confesiones y latitudes, la Iglesia católica no ha pedido su incorporación –aunque no hay impedimentos en sus estatutos–, pero envía a observadores acreditados a sus trabajos, en algunos incluso con derecho a voto.
4. Décadas de oración compartida
Una iniciativa que el CMI desarrolla junto a la Iglesia católica es la conocida Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Esta propuesta responde al objetivo del consejo de profundizar en la “hermandad de las iglesias y comunidades hermanas” frente a quienes piensen que la organización busca erigirse en erigirse en “una ‘superiglesia’ mundial, ni estilos normalizados de culto”.
Según las declaraciones de la institución, se “busca la unidad visible, no como un fin en sí mismo, sino para dar un testimonio fidedigno ‘para que el mundo crea’, y para la sanidad de la comunidad humana y la integridad de toda la creación de Dios”.
5. Logros que celebrar
Este consejo en uno de los frutos del movimiento ecuménico que se remonta a finales del siglo XIX. El trabajo de acercamiento entre diferentes iglesias se fue fraguando en los años siguientes con diferentes proyectos interesantes. A punto de crearse el consejo en 1937, la guerra mundial retrasó su constitución. Fue a finales de agosto de 1948 cuando se formalizó el CMI en Holanda.
Con el Vaticano II, los católicos han estado presentes en los grandes eventos del CMI como lasa conferencias, las reuniones de su comité central o las asambleas. Además, el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos cuenta con 12 representantes en la comisión teológica.
En estos años se han creado documentos y materiales; pero, sobre todo, ha crecido la sensibilidad hacia el ecumenismo y la responsabilidad de las diferentes iglesias a la hora de ser constructoras de unidad.
6. Los temas que preocupan
Un repaso a las asambleas celebradas por el Consejo Mundial puede ayudar a comprender las preocupaciones ecuménicas de las últimas décadas. La primera (1948) reflexionó sobre la Iglesia Universal en el designio de Dios y su testimonio en medio del “desorden de la sociedad”. La segunda asamblea (1954), en Estados Unidos, propuso diferentes aspectos en los que Cristo puede resplandecer como esperanza del mundo, siendo la lucha contra las “tensiones raciales y étnicas” una de las líneas de trabajo del consejo.
Las siguientes asambleas volvieron sobre temas como: “Jesucristo, la Luz del mundo” (India, 1961), los nuevos aires del Vaticano II (Suecia, 1968), la unidad por encima de las ideologías (Kenia, 1975), cuestiones sobre el bautismo, la eucaristía y el ministerio (Canadá, 1983), el Espíritu “en el contexto del universo físico” (Australia, 1991), la aportación de las iglesias ortodoxas (Zimbabue, 1998), la transformación del mundo (Brasil, 2006), la lucha por la justicia y la paz (Corea del Sur, 2013)…
7. Los católicos de suiza
El papa Francisco completará su intensa agenda en el país de la neutralidad con una misa en un centro de congresos cercano al aeropuerto. Cada año el Papa se refiere al país de los cantones cuanto recibe a las nuevas promociones de guardias suizos. Ahora tiene la oportunidad de contemplar una comunidad que cuentas con unos dos millones y medio de fieles, se organiza en 6 diócesis y 2 abadías territoriales.
Es el país de san Francisco de Sales o del Hermano Klaus, forma familiar de referirse al patrón del país: san Nicolás de Flüe. Un campesino que tuvo que participar en la vida militar y llegará a ser concejal y juez de su cantón antes de retirarse como ermitaño alimentándose solamente con la eucaristía.