Las imágenes y los audios del llanto de niños y niñas, hijos de inmigrantes deportados, separados de sus padres, que fueron “resguardados” en jaulas bajo condiciones deplorables, por parte del gobierno de los Estados Unidos en la frontera sur, desataron la indignación mundial, al punto que el mismo papa Francisco y los obispos norteamericanos expresaron su repudio y rechazo inmediato.
En este mismo espíritu, la Red Latinoamericana y Caribeña de migración, refugio y trata de personas (CLAMOR), mediante un comunicado ha levantado su voz para expresar su preocupación “ante las graves violaciones a la dignidad y los derechos humanos que ocurrieron en los últimos días como consecuencia de la decisión de la administración del presidente Donald Trump”.
La tensión continúa, aún cuando el mandatario norteamericano, ante la presión internacional, haya revertido la medida para deterer la separación de niños y niñas de sus familias afirmando –según reseñan medios internacionales– que “no nos gusta ver a las familias separadas”.
El pronunciamiento la red CLAMOR, avalado por los representados en el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), la Conferencia Latinoamericana de Religiosos y Religiosas (CLAR) y el Secretariado Latinoamericano y Caribeño de Cáritasm, es categórico al señalar que “es inaceptable que en breve tiempo haya alrededor de 2.000 niños separados de sus familias”.
Los miembros de la red CLAMOR apelan a las declaraciones del papa Francisco al asegurar que “separar a niños de sus padres, como sucede en la frontera con México es inmoral”, al tiempo que denuncian “la fragante violación del derecho de toda familia a permanecer unida y los graves atentados contra la estabilidad psicoafectiva de los niños, niñas y adolescentes, en contraposición a lo establecido en los pactos internacionales”.
Las organizaciones agrupadas en CLAMOR, que incluye a los departamentos y secciones de Movilidad Humana de las conferencias episcopales de América Latina y el Caribe, varios institutos de migración y derechos humanos, la Red Scalabriniana Internacional de migración, el Servicio Jesuita para Refugiados, las redes Un Grito por la Vida, Kawsay yTamar, entre otras, también advierten que las condiciones de empobrecimiento y violencia de las familias latinoamericanas y caribeñas en sus países de origen, “las obligan a migrar buscando un futuro mejor”.
Para la red CLAMOR, estas familias “deben ser acogidas, abriendo caminos y oportunidades para que con su trabajo y su riqueza cultural puedan también aportar al desarrollo de la nación que les recibe”.
“Migrar no es un delito”, así de clara es la posición de la Iglesia, por lo cual los representantes de CLAMOR rechazan “las detenciones arbitrarias y la reclusión en cárceles disfrazadas de centros migratorios, mucho más cuando se trata de niños, niñas y adolescentes”.
También los obispos Gustavo Rodríguez, presidente del Departamento de Justicia y Solidaridad (Dejusol) del CELAM y José Luis Azuaje, presidente de Cáritas América Latina y el Caribe, rubricaron una carta al presidente Trump “en favor de los cientos de niños migrantes, que han sido separados de sus familiares”.
Estos infantes, puntualizan los prelados, “están recibiendo un trato inhumano, como si fueran animales en algunas ciudades en la frontera sur de su gran Nación. Este es un gravísimo pecado, que clama al cielo por justicia”.
Rodríguez y Azuaje elevaron sus oraciones pidiendo a Dios “para que le dé a usted [presidente Trump] un corazón de carne y entrañas de misericordia, que le haga escuchar el llanto de los niños y de sus familias, y el reclamo que sale de millones de seres humanos del mundo entero”.
Asimismo hacen votos para que el mandatario estadounidense “pase a la historia por ser un gobernante sabio que llene su camino de humanidad cristiana y sepa conducir a su nación al desarrollo humano integral de todas las personas, un desarrollo de todo el hombre y de todos los hombres”.
Fuentes: CELAM.