Carmen Moreno: “Dios es uno, pero cada cultura lo ve con sus propios ojos”

  • La coordinadora de Creando Puentes explica que aúnan a mil alumnos de tres continentes
  • El proyecto es impulsado por el colegio sevillano Escuelas Salesianas María Auxiliadora

Carmen Moreno: “Dios es uno, pero cada cultura lo ve con sus propios ojos”

Como se ha comprobado muchas veces en la historia, la revolución puede nacer de una gota de mar. Bien lo saben en el colegio sevillano Escuelas Salesianas María Auxiliadora, impulsor del proyecto educativo Creando Puentes, con la que desarrollan un impresionante trabajo en red al que se suman ya un millar de alumnos de hasta seis países de África, América y Europa.

En entrevista con Vida Nueva, su coordinadora, la pedagoga Carmen Moreno (Mairena de Aljarafe, 1991), nos cuenta que la clave última es encarnar de un modo real la apuesta por acercar las diferentes culturas y vivencias que se dan en contextos educativos muy concretos, cada uno con sus propios retos.

Ejemplo de que hacen un trabajo que produce muchos frutos es que ella ha participado en todo tipo de foros, como el Summer School de la Alianza de Civilizaciones en Lisboa, en 2011. Igualmente, ha recibido galardones como el Premio Plural + CNTV de la Alianza de Civilizaciones de la ONU. Además, su labor ha sido reconocida a través de felicitaciones como las que les han llegado desde la Presidencia del Gobierno, la Casa Real o UNESCO.

Diálogo “sin etiquetas”

PREGUNTA.- ¿Cómo y cuándo surgió Creando Puentes?

RESPUESTA.- Creando Puentes nace hace tres años y lo hace como continuación de proyectos anteriores, todos ellos relacionados con la educación para la paz. Sin embargo, toma un impulso importante cuando el colegio Escuelas Salesianas María Auxiliadora, ubicado en el barrio hispalense de Nervión, entra en el proyecto y se convierte en el centro desde el que se coordina esta iniciativa intercultural de educación para la paz.

Surge, además, de la necesidad compartida entre educadores de diferentes países, lenguas y creencias de la necesidad de crear un espacio vivencial compartido en el que vernos “sin etiquetas”, como lo que somos: personas que comparten un mismo planeta y que buscamos un mundo mejor y más justo para todos.

P.- ¿Cuál es tu labor como coordinadora?

R.- Como impulsora del proyecto, mis compañeros y compañeras me eligieron coordinadora. Esta figura es fundamental en esta iniciativa, ya que en ella trabajan 22 centros educativos, más de mil alumnos y alumnas y 52 profesores de Argentina, Colombia, España, Marruecos, México y Perú.

Concretamente, mi labor de coordinación consiste en impulsar el proyecto, animar a alumnado y profesorado para mantener la tensión necesaria para que no muera la iniciativa por inacción de algunos de los actores del proyecto. Asimismo, coordino el trabajo cooperativo del profesorado en lo referente a creación de talleres, preparación de actividades, intercambio de experiencias y de materiales y soluciones pedagógicas a problemas educativos puntuales en cada uno de los centros educativos.

Finalmente, también coordino la labor de los voluntarios, especialmente de los traductores de francés, dado que todas las actuaciones, actividades, talleres y publicaciones deben hacerse simultáneamente en castellano y francés, para atender así a los colegios de Marruecos.

P.- ¿En qué modo se percibe el carisma salesiano como uno de los motores del proyecto?

R.- Pues principalmente en la alegría y la cooperación y el trabajo duro compartido entre todos los participantes. Creo que la educación preventiva de Don Bosco se hace muy presente en nuestro proyecto al buscar los puentes que dan a los niños y niñas de nuestro proyecto (y al profesorado) ese conocimiento, respeto y cariño hacia otras personas, culturas y creencias; y que unen en amistad a tantos niños y niñas de los seis países que componen nuestro proyecto.

Gracias a esto, al acercarlos a estas realidades diferentes, formamos a nuestros pequeños y jóvenes en una conciencia solidaria y de paz que ayude a prevenir futuros conflictos. De hecho, este proyecto no rehúye el conflicto, sino que lo asume como algo que puede suceder, y animamos a los niños y niñas a enfrentarse a él y a buscar soluciones pacíficas en cooperación con los demás.

Fe compartida entre musulmanes y cristianos

P.- Siendo una de sus claves el fomento del acercamiento intercultural y educativo entre personas e instituciones diferentes, ¿puedes ilustrar esta rica vivencia con ejemplos personales que te hayan llegado de un modo especial?

R.- Muchas son las vivencias, muy ricas y diversas que surgen en esta iniciativa. Me vienen a la memoria algunas que más me impactaron; por ejemplo, ver la solidaridad de unos niños de un colegio de Colombia apoyar a unos compañeros recién huidos de un país en conflicto, mostrándoles su cariño con fuertes abrazos, ayudándoles a ponerse al día en las clases y con un apoyo explícito constante.

O lo bonito que fue ver a una profesora de religión musulmana de Marruecos hablar a su clase de la Madre Teresa y realizar actividades en torno a ella y sus enseñanzas; ver cómo esos niños felicitaban las Navidades a sus compañeros cristianos de los otros países y cómo estos les felicitaban su mes santo de Ramadán. Eso dice mucho del respeto y aceptación de unos hacia otros.

También me llenó de emoción cuando los niños y niñas participantes, junto a sus profesores, visitaron la Municipalidad (Ayuntamiento) de la ciudad de Santa Sylvina, en Argentina, y presentaron al equipo de gobierno y a los demás concejales su proyecto (porque así lo asumen todos); fue tanta la pasión que pusieron en esa presentación que la Municipalidad declaró Creando Puentes como de interés educativo y cultural, y eso provocó que se unieran más centros al proyecto.

Y, para no alargarme más, quiero también reseñar cómo los niños y niñas un barrio conflictivo de la ciudad de Apartadó (Colombia) se refugiaron en Creando Puentes para huir de su entorno de violencia y eso provocó que bajara el absentismo escolar.

Sueños compartidos

P.- ¿Cómo te interpela este proyecto de un modo personal y como educadora? Y, si es el caso, ¿cómo creyente?

R.- Este proyecto me ha hecho ver que, en el fondo, todas las personas tenemos los mismos sueños, deseos y aspiraciones. El trabajar con personas de diferentes orígenes, culturas, lenguas y creencias nos ha enriquecido a toda la gran familia de Creando Puentes, porque nos ha hecho ver que las diferencias no son un problema, sino una oportunidad de complementarnos.

Como creyentes, nos hemos dado cuenta de que Dios es uno, pero cada cultura lo ve con sus propios ojos. Esa creencia compartida nos ha hecho respetarnos y aceptar nuestras formas de rezar y acercarnos a Dios. Esto, sin ser uno de los objetivos del proyecto, ha sido a mi modo de ver uno de los logros más bonitos.

P.- ¿En qué modo crees que vuestro modelo es aplicable en nuestras aulas de cara a la apuesta por una formación en valores e integral?

R.- Básicamente, Creando Puentes es un proyecto de formación en valores que se trabaja tanto en el aula como en espacios formativos alternativos. El trabajo cooperativo del profesorado y del alumnado, donde todo se acuerda, es en sí un valor.

La flexibilidad del proyecto permite integrarlo transversalmente en las actividades diarias del aula; aunque lo ideal es que sea trabajado por un equipo de profesores, también es trabajado por profesores individuales en algunos colegios. Además, Creando Puentes es un proyecto abierto con capacidad de acoger a nuevo profesorado y centros.

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