“Todos somos corresponsables en la construcción de un país mejor”, recuerdan los obispos mexicanos a través de un mensaje difundido en la recta final del proceso electoral 2018, que concluirá el próximo 1 de julio con la elección de más de tres mil cargos populares en todo el país, entre ellos el de Presidente de la República.
Faltando unos cuantos días para ejercer el derecho al voto, los obispos han querido dirigirse a los fieles católicos y a todos los hombres de buena voluntad, para hacerlos conscientes de la importancia de elegir de manera crítica, responsable e informada, de manera particular a quien habrá de coordinar los esfuerzos de todos los sectores de la sociedad para construir un mejor país.
En su mensaje, los obispos lamentan que el actual proceso electoral esté generado polarización y encono no sólo entre los candidatos, sino entre los mismos simpatizantes, que en muchas ocasiones parecieran privilegiar más la pasión que la razón, más la descalificación que el argumento, más el deseo de destruir al adversario que la construcción de puentes de cara a un México reconciliado.
Por esta razón, hacen un llamado, especialmente a los candidatos, a que las propuestas de Gobierno que han presentado estén acompañadas de la más firme voluntad por lograr consensos y acuerdos que no sólo den viabilidad política a las ideas, sino que coadyuven a la reconciliación social.
Encabezados por su presidente, el cardenal José Francisco Robles Ortega, los obispos reconocen que en México se experimenta un gran dolor acumulado por las muertes violentas de muchos ciudadanos en los últimos años y de muchos candidatos en este proceso electoral, por lo que piden –a todos los militantes partidistas y ciudadanos– a hacer de la próxima jornada electoral un ejercicio ejemplar de civilidad, evitando palabras o gestos de hostilidad, descalificación o violencia (…) “Hoy más que nunca México necesita vivir en un clima de paz para poder caminar y seguir construyendo hacia delante”.
En su Carta Pastoral ‘Del encuentro con Jesucristo a la solidaridad con todos’, publicada en el año 2000, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) explicaba que la vida democrática de un pueblo no se agota en el momento del sufragio, sino que “una auténtica cultura de la democracia es participativa y solidaria, representativa y subsidiaria, promotora de la dignidad y de los derechos humanos”.
Por ello, en esta ocasión también exhorta a vivir con grandeza de espíritu, antes, durante y después de esta jornada electoral, aquilatando lo mejor que tiene nuestro pueblo y valorando los bienes que hoy gozamos como sociedad y que han costado el esfuerzo de muchas generaciones. “Es preciso tener en cuenta el futuro, el seguimiento imprescindible por parte de todos, de la actuación de los funcionarios electos, y el necesario trabajo de reconstrucción del tejido social que hoy se encuentra lastimado por graves y diversas causas”.
Por otra parte, tras recordar que es una obligación moral ejercer el derecho al voto, la CEM considera que en las condiciones actuales, el abstencionismo no nos ayuda a madurar como ciudadanos llamados a construir una democracia más sólida, y confía en que las autoridades electorales actuarán conforme a Derecho, con honestidad y transparencia. “Hoy más que nunca los mexicanos necesitamos confiar en nuestras instituciones. Para ello, es indispensable que los responsables de organizar y cuidar las elecciones eviten a toda costa ser presa de presiones que de manera directa o indirecta puedan afectar la legítima autonomía e imparcialidad que deben mantener”.
Finalmente, los obispos destacan la urgencia de construir un mejor México con más oportunidades de desarrollo humano integral para todos; aunque reconocen que actualmente existen importantes tensiones sociales que han conducido a divisiones, resentimientos y violencias.
En este sentido, explican que las fuerzas meramente humanas nunca alcanzarán para volver a reunir los corazones, para reconciliar a las familias, para hacer concordia entre los pueblos, por lo que –dicen– el “Señor de la Historia, en su providencia, nos ha regalado la presencia constante de Santa María de Guadalupe, Madre del verdadero Dios por quien se vive y patrona de nuestra libertad. Ella nos une y nos invita a construir todos los días una casa común en donde podamos vivir fraternamente mirando constantemente hacia su Hijo. Ella siempre acompaña al pueblo mexicano en sus luchas por la verdad, la justicia y la libertad”.