María Felicia Guggiari fue una joven paraguaya nacida en 1925 en Villarrica, al sur del Paraguay. Desde pequeña se unió a Acción Católica, dedicándose a cuidar de enfermos y ancianos, dar catequesis a niños, y acompañar a otros jóvenes en labores evangelizadoras. Los que la conocieron afirman que tenía fama de santa ya en vida, siempre entregada a los demás y poniendo a Cristo por encima de todo, como confirman sus numerosos escritos: “En todos los trabajos que estoy realizando trato de poner el sello de nuestro espíritu cristiano, porque quiero que todo se sature de Cristo y donde quiera que sea pueda dejar un rayito de luz”.
Pero la entrega de ‘Chiquitunga’ se concretó más aún cuando con 30 años sintió la vocación de Carmelita Descalza, e ingresó en el convento de Santa Ana en Asunción, no muy lejos de su ciudad natal. Allí adoptó el nombre de María Felicia del Santísimo Sacramento, y las monjas que allí la conocieron dicen de su “querida hermana” que “se caracterizó por su gran espíritu de sacrificio, caridad y generosidad, todo envuelto en gran mansedumbre y comunicativa alegría”.
Pero María Felicia enfermó gravemente de hepatitis cuando apenas llevaba 4 años en el convento, lo que la condujo a una muerte prematura a los 34 años, siendo sus últimas palabras “Jesús te amo. ¡Que dulce encuentro! ¡Virgen María!”, dando así ejemplo de su ferviente amor por Cristo hasta el momento de su muerte.
El proceso de beatificación no fue iniciado hasta 1997. Y como en todos, se necesitaba un milagro para que saliera adelante, y no fue hasta este año que se aprobó uno realizado en 2002 por esta monja fallecida en 1959. Se trata del caso de un bebé que nació sin vida, al que una de las doctoras que asistían el parto encomendó a la carmelita paraguaya. Unos minutos después el niño despertaba inexplicablemente,y hoy tiene 15 años y está perfectamente sano.
Una vez aprobado el milagro por la Congregación para las Causas de los Santos mediante decreto firmado por el Papa el pasado 7 de marzo, solamente quedaba fijar una fecha para la beatificación, que la Iglesia paraguaya esperaba con gran alegría. Finalmente ha sido este sábado 23 de junio cuando la monja paraguaya ha dado un paso más hacia la canonización en una ceremonia presidida por Angelo Amato y que contó con la asistencia de 50.000 personas. Así, la joven queda un paso más cerca de la canonización, que la convertiría en la primera mujer santa de Paraguay, segunda contando a san Roque González de Santa Cruz, mártir jesuita paraguayo canonizado por san Juan Pablo II.
Durante el ángelus del pasado domingo, el Papa Francisco celebró la beatificación, afirmando que el testimonio de la beata María Felicia “es una invitación a todos los jóvenes, especialmente los paraguayos, a vivir la vida con generosidad, mansedumbre y alegría”.