Casi una hora (57 minutos) duró la audiencia que mantuvieron hoy, 26 de junio, en el Palacio Apostólico del Vaticano el papa Francisco y el presidente francés, Emmanuel Macron. Fue particularmente largo este primer encuentro entre Jorge Mario Bergoglio y el joven líder galo, que hace un par de meses encandiló al episcopado de su país al ofrecerse para reconstruir “el vínculo roto” entre la Iglesia católica y el Estado francés haciendo suyo así el concepto de “laicidad positiva” propuesto por Benedicto XVI.
El Pontífice recibió con una sonrisa a Macron, que llegó al Vaticano acompañado por su esposa Brigitte y por un séquito transportado en un convoy de unos 30 automóviles, entre los que había incluso una ambulancia. Fue el prefecto de la Casa Pontificia, el arzobispo alemán George Gaenswein, el encargado de recibirles a su llegada al patio de San Dámaso y acompañarles luego hasta la sala del Tronetto, donde les esperaba el Papa. Al principio y al final del encuentro, los únicos momentos donde hubo presencia de la prensa, se vio al Pontífice argentino muy cordial con Macron, del que se despidió cogiéndole las dos manos.
Como es habitual cuando recibe a un jefe de Estado o de Gobierno, Bergoglio le regaló al presidente francés un medallón con la representación de San Martín de Tours, icono de la preocupación por los desfavorecidos al cederle su capa a un pobre. Francisco le entregó además una copia de sus principales documentos magisteriales, como ‘Evangelii gaudium’, ‘Laudato si”, ‘Amoris laetitia’ o ‘Gaudete et exsultate’, entre otros. Macron le correspondió dándole una antigua edición del ‘Diario de un cura rural’, de Georges Bernano.
Tras la audiencia con el obispo de Roma, el líder galo mantuvo un encuentro con el secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, quien estaba acompañado por el secretario para las Relaciones con los Estados, Paul Richard Gallagher.
Antes de su encuentro con el Papa, el presidente francés habló de la situación de los inmigrantes y refugiados durante el desayuno de trabajo que mantuvo con dirigentes de la Comunidad de Sant’Egidio, que ha extendido recientemente a Francia su proyecto de corredores humanitarios para trasladar a desplazados de modo seguro hacia algunos países europeos.
En esta cita que tuvo lugar en el Palacio Farnese, sede de la embajada de Francia en Roma, participaron Andrea Riccardi y Marco Impagliazzo, presidente y fundador, respectivamente, de este movimiento laico católico. Impagliazzo destacó que Macron veía los corredores humanitarios como un “modelo” a seguir para la inmigración legal.
Antes de regresar a París, el líder galo recibirá el título de primer y único canónigo de honor de la basílica romana de San Juan de Letrán, una histórica distinción honorífica reservada a los jefes de Estado franceses desde el siglo XVI, pero que su inmediato predecesor, el socialista François Hollande, no quiso aceptar por considerar que entraba en conflicto con la laicidad del Estado.